Inquietud Literaria

Una oportunidad para expandir la experiencia creativa

El tipo textual descriptivo

Introducción

       La descripción es la presentación de las cosas mediante las palabras. Se trata de crear la imagen que no se puede ver. Se deben usar las palabras de tal manera que en la imaginación del lector se forme una imagen, la misma que imagina el creador de la descripción.
     Como tipo textual, la descripción es un recurso literario o más bien una técnica que ayuda al lector a obtener una visión exacta o sugerente de la cosa referida.
      Sin embargo, ella aparece en todos los escritos informativos (diarios, revistas, textos escolares, avisos publicitarios, manuales técnicos y folletos turísticos o guías de viajes, etc.).
     En la conversación diaria y en otras formas de comunicación oral se intercalan con frecuencia descripciones, porque casi siempre hay necesidad de explicar cómo es una cosa, especialmente si es desconocida o se trata de una novedad.
       La descripción se hace explicando las partes, cualidades o circunstancias del objeto observado. Las descripciones pueden agruparse de dos maneras: la descripción artística y la descripción científica. La primera pretende producir en el lector cierto efecto estético, en cambio la segunda, presenta los elementos tal y como los conoce la ciencia.
     Una descripción puede ser concreta si presenta, de un objeto físico determinando, sus cualidades particulares; o abstracta, si muestra las características generales de un grupo de seres de la misma clase.
       El observador que luego se convierte en escritor puede crear una descripción según su propio punto de vista: desde adentro o interior, si por ejemplo describe el interior de una casa o el mecanismo de un reloj o los sentimientos y pensamientos de una persona; exterior o desde afuera si describe los aspectos externos o la apariencia de las cosas; también obtenemos diferentes tipos de descripciones si el observador está fijo y crea una imagen como una fotografía o en movimiento, si presenta objetos cambiando de forma o muestra el paisaje a su alrededor como si fuera una película.

      Veamos algunos casos:

     Descripción de un objeto: El rancho de don Tiburcio, mirado desde lejos, en una tarde de sol, parecía un bicho grande y negro, sentado a la sombra de dos higueras frondosas. Un pampero –hacía añares- le había torcido los horcones y le ladeó el techo que fue a quedar como chambergo de compadre: requintado y sobre la oreja.
     Descripción de personas: En los heroicos días de su juventud, San Martín, como la estatua viva de las fuerzas en equilibrio, era alto, robusto y bien parecido, de musculatura modelada como una escultura apolínea. Llevaba siempre erguida la cabeza que era mediana y de estructura sólida, sin pesadez, abundaba una cabellera lacia, espesa y renegrida, que usaba siempre corta, dando mostrando con orgullo líneas simétricas, sin ocultarlas. Sus grandes ojos negros y rasgados, y sombreados por largas pestañas y por anchas cejas -que se juntaban en el medio de la frente al contraerse hacia arriba formando un doble arco tangente –miraban con hondura, y dejaban escapar en su brillo normal un fuego de pasión condensada mientras que guardaban un secreto…

     Descripción de lugares: Penetramos en el cementerio pobre y triste, el más mal cuidado de los cementerios que podría estar lleno de árboles y que está atestado de yerba silvestre. Allí se entierra toda clase de gente, pero con particularidad la pobre…

   De acuerdo con su contenido, se pueden reconocer diferentes estilos de descripción.

Descripción científica

    En física moderna, el fotón (en griego φῶς, φωτός [luz], y -ón) es la partícula elemental responsable de las manifestaciones cuánticas del fenómeno electromagnético. Es la partícula portadora de todas las formas de radiación electromagnética, incluyendo los rayos gamma, los rayos X, la luz ultravioleta, la luz visible (espectro electromagnético), la luz infrarroja, las microondas y las ondas de radio.
     El fotón no tiene masa tampoco posee carga eléctrica y no se desintegra espontáneamente en el vacío. El fotón tiene dos estados posibles de polarización que pueden describirse mediante tres parámetros continuos: las componentes de su vector de onda, que determinan su longitud de onda y su dirección de propagación. El fotón es el bosón de gauge de la interacción electromagnética, y por tanto todos los otros números cuánticos —como el número leptónico, el número bariónico, o la extrañeza— son exactamente cero.
     Los fotones se emiten en muchos procesos naturales, por ejemplo, cuando se acelera una partícula con carga eléctrica, durante una transición molecular, atómica o nuclear a un nivel de energía más bajo, o cuando se aniquila una partícula con su antipartícula.
     Los fotones se absorben en los procesos de reversión temporal que se corresponden con los ya mencionados: por ejemplo, en la producción de pares partícula-antipartícula o en las transiciones moleculares, atómicas o nucleares a un nivel de energía más alto.
     En el espacio vacío, los fotones se mueven a la velocidad de la luz , y su energía y momento lineal p están relacionados mediante la expresión E = cp, donde es el módulo del momento lineal. En comparación, la ecuación correspondiente a partículas con una masa es , E2 = c2p2 + m2c4 como se demuestra en la relatividad especial.

Descripción objetiva

     La cabeza del gallo español es pequeña y en general se asemeja a las aves de rapiña. Su pico es fuerte y ligeramente curvo. Tiene una cresta simple o en forma de roseta de color rojo, también presenta una barbillla del mismo color y una orejita pequeña.

     Su cuello es largo, fuerte y cubierto con una gola larga y descendida que cubre sus hombros por completo. 

     El pecho es ancho y desarrollado. Las alas son largas y fuertes, recubren los muslos y pueden cruzarse por detrás. Tiene cuatro dedos largos y finos y apoya en el suelo el posterior.  

     Cuando el texto descriptivo conlleva otro propósito menos expositivo, e incorpora la subjetividad menos apegada al conocimiento científico, comenzamos a disfrutar de la descripción artística. Esta tiene por objetivo crear un efecto estético. Según el objeto que se describa y, si se lo representa en estado de quietud o movimiento, la descripción será estática o dinámica.
     Estos dos enfoques pueden utilizarse también combinados para evitar la monotonía de una larga descripción estática o detener un momento la movilidad del objeto y entrar así en los detalles de la forma o características.

Descripción estática

     Cuando el texto descriptivo conlleva otro propósito menos expositivo, e incorpora la subjetividad menos apegada al conocimiento científico, comenzamos a disfrutar de la descripción artística. La descripción estática presenta los objetos sin movimiento, es decir, como si fuera una fotografía.

Era la tarde y la hora
en que el sol la cresta dora
de los Andes. El desierto
inconmensurable, abierto
y misterioso a sus pies
se extiende, triste el semblante,
solitario y taciturno
como el mar, cuando un instante
al crepúsculo nocturno,
pone rienda a su altivez.

    Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas… Lo llamo dulcemente: «¿Platero?», y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal…
     Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas, las mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar, los higos morados, con su cristalina gotita de miel…
     Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña…; pero fuerte y seco por dentro, como de piedra. Cuando paso sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo.

Descripción dinámica

     La descripción dinámica presenta al objeto en movimiento. No debe ser confundida con la narración. Por lo general, es difícil encontrar descripciones puramente estáticas o dinámicas. No obstante, cuando se lee una descripción que describe por ejemplo una transformación con el mayor lujo de detalles, podemos decir que nos encontramos frente a una pura descripción dinámica. Algunas veces, quien escribe quiere presentar la ilusión de movimiento del punto de vista. Entonces, se describen los elementos en movimiento, pero sin transformación.

Observemos el siguiente fragmento del cuento “A la deriva” de Horcio Quiroga:

    El hombre echó una veloz mirada a su pie donde dos gotitas de sangre que engrosaban dificultosamente (…) un dolor agudo nacía de los dos puntitos violetas y comenzaba a invadir todo el pie (…) El dolor en el pie aumentaba con sensación de terrible abultamiento y de pronto el hombre sintió dos o tres fulgurantes puntadas que como relámpagos habían irradiado desde la herida hasta la mitad de la pantorrilla. (…) una metálica sequedad de garganta, seguida de sed quemante (…) Los dos puntitos violetas desaparecían ahora en la monstruosa hinchazón del pie entero. La piel parecía adelgazada y a punto de ceder de tensa. (…) mirando su pie lívido y ya con lustre gangrenoso. Sobre la honda ligadura del pañuelo, la carne desbordaba como una monstruosa morcilla. Los dolores fulgurantes se sucedían en continuos relampagueos y llegaban ahora a la ingle. La atroz sequedad de la garganta que el aliento parecía caldear más aumentaba a la par. Cuando pretendió incorporarse, un fulminante vómito lo mantuvo medio minuto con la frente apoyada en la rueda de palo. (…) La pierna entera, hasta medio muslo, era ya un bloque deforme y durísimo que reventaba la ropa. (…) el bajo vientre desbordó hinchado con grandes manchas lívidas y terriblemente doloroso. (…) Tuvo un violento escalofrío (…)

     Otros estilos de narraciones dinámicas proponer al observador en movimiento. Es decir, el objeto se presenta desde varios ángulos de manera progresiva, debido a que el observador se mueve para apreciarlo completamente. Sin embargo, el objeto no se mueve ni se transforma. 

Las construcciones descriptivas en un relato

El almohadón de plumas, de Horacio Quiroga

 

     Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su marido heló sus soñadas niñerías de novia. Ella lo quería mucho, sin embargo, a veces con un ligero estremecimiento cuando volviendo de noche juntos por la calle, echaba una furtiva mirada a la alta estatura de Jordán, mudo desde hacía una hora. Él, por su parte, la amaba profundamente, sin darlo a conocer.
     Durante tres meses -se habían casado en abril- vivieron una dicha especial.
Sin duda hubiera ella deseado menos severidad en ese rígido cielo de amor, más expansiva e incauta ternura; pero el impasible semblante de su marido la contenía siempre.
     La casa en que vivían influía un poco en sus estremecimientos. La blancura del patio silencioso -frisos, columnas y estatuas de mármol- producía una otoñal impresión de palacio encantado. Dentro, el brillo glacial del estuco, sin el más leve rasguño en las altas paredes, afirmaba aquella sensación de desapacible frío. Al cruzar de una pieza a otra, los pasos hallaban eco en toda la casa, como si un largo abandono hubiera sensibilizado su resonancia.
     En ese extraño nido de amor, Alicia pasó todo el otoño. No obstante, había concluido por echar un velo sobre sus antiguos sueños, y aún vivía dormida en la casa hostil, sin querer pensar en nada hasta que llegaba su marido.
     No es raro que adelgazara. Tuvo un ligero ataque de influenza que se arrastró insidiosamente días y días; Alicia no se reponía nunca. Al fin una tarde pudo salir al jardín apoyada en el brazo de él. Miraba indiferente a uno y otro lado. De pronto Jordán, con honda ternura, le pasó la mano por la cabeza, y Alicia rompió en seguida en sollozos, echándole los brazos al cuello. Lloró largamente todo su espanto callado, redoblando el llanto a la menor tentativa de caricia. Luego los sollozos fueron retardándose, y aún quedó largo rato escondida en su cuello, sin moverse ni decir una palabra.
     Fue ese el último día que Alicia estuvo levantada. Al día siguiente amaneció desvanecida. El médico de Jordán la examinó con suma atención, ordenándole calma y descanso absolutos.

     -No sé -le dijo a Jordán en la puerta de calle, con la voz todavía baja-. Tiene una gran debilidad que no me explico, y sin vómitos, nada… Si mañana se despierta como hoy, llámeme enseguida.

     Al otro día Alicia seguía peor. Hubo consulta. Constatóse una anemia de marcha agudísima, completamente inexplicable. Alicia no tuvo más desmayos, pero se iba visiblemente a la muerte. Todo el día el dormitorio estaba con las luces prendidas y en pleno silencio. Pasábanse horas sin oír el menor ruido. Alicia dormitaba. Jordán vivía casi en la sala, también con toda la luz encendida. Paseábase sin cesar de un extremo a otro, con incansable obstinación. La alfombra ahogaba sus pasos. A ratos entraba en el dormitorio y proseguía su mudo vaivén a lo largo de la cama, mirando a su mujer cada vez que caminaba en su dirección.
     Pronto Alicia comenzó a tener alucinaciones, confusas y flotantes al principio, y que descendieron luego a ras del suelo. La joven, con los ojos desmesuradamente abiertos, no hacía sino mirar la alfombra a uno y otro lado del respaldo de la cama. Una noche se quedó de repente mirando fijamente. Al rato abrió la boca para gritar, y sus narices y labios se perlaron de sudor.

     -¡Jordán! ¡Jordán! -clamó, rígida de espanto, sin dejar de mirar la alfombra.

     Jordán corrió al dormitorio, y al verlo aparecer Alicia dio un alarido de horror.

     -¡Soy yo, Alicia, soy yo!

      Alicia lo miró con extravió, miró la alfombra, volvió a mirarlo, y después de largo rato de estupefacta confrontación, se serenó. Sonrió y tomó entre las suyas la mano de su marido, acariciándola temblando. Entre sus alucinaciones más porfiadas, hubo un antropoide, apoyado en la alfombra sobre los dedos, que tenía fijos en ella los ojos. Los médicos volvieron inútilmente. Había allí delante de ellos una vida que se acababa, desangrándose día a día, hora a hora, sin saber absolutamente cómo.
     En la última consulta Alicia yacía en estupor mientras ellos la pulsaban
, pasándose de uno a otro la muñeca inerte. La observaron largo rato en silencio y siguieron al comedor.

     -Pst… -se encogió de hombros desalentado su médico-. Es un caso serio… poco hay que hacer…
     -¡Sólo eso me faltaba! -resopló Jordán. Y tamborileó bruscamente sobre la mesa.

     Alicia fue extinguiéndose en su delirio de anemia, agravado de tarde, pero que remitía siempre en las primeras horas. Durante el día no avanzaba su enfermedad, pero cada mañana amanecía lívida, en síncope casi. Parecía que únicamente de noche se le fuera la vida en nuevas alas de sangre. Tenía siempre al despertar la sensación de estar desplomada en la cama con un millón de kilos encima. Desde el tercer día este hundimiento no la abandonó más. Apenas podía mover la cabeza. No quiso que le tocaran la cama, ni aún que le arreglaran el almohadón. Sus terrores crepusculares avanzaron en forma de monstruos que se arrastraban hasta la cama y trepaban dificultosamente por la colcha.
     Perdió luego el conocimiento. Los dos días finales deliró sin cesar a media voz.
Las luces continuaban fúnebremente encendidas en el dormitorio y la sala. En el silencio agónico de la casa, no se oía más que el delirio monótono que salía de la cama, y el rumor ahogado de los eternos pasos de Jordán.
     Alicia murió, por fin. La sirvienta, que entró después a deshacer la cama, sola ya, miró un rato extrañada el almohadón.

     -¡Señor! -llamó a Jordán en voz baja-. En el almohadón hay manchas que parecen de sangre.

     Jordán se acercó rápidamente Y se dobló a su vez. Efectivamente, sobre la funda, a ambos lados del hueco que había dejado la cabeza de Alicia, se veían manchitas oscuras.

     -Parecen picaduras -murmuró la sirvienta después de un rato de inmóvil observación.
     -Levántelo a la luz -le dijo Jordán.

     La sirvienta lo levantó, pero enseguida lo dejó caer, y se quedó mirando a aquél, lívida y temblando. Sin saber por qué, Jordán sintió que los cabellos se le erizaban.

     -¿Qué hay? -murmuró con la voz ronca.
     -Pesa mucho -articuló la sirvienta, sin dejar de temblar.

     Jordán lo levantó; pesaba extraordinariamente. Salieron con él, y sobre la mesa del comedor Jordán cortó funda y envoltura de un tajo. Las plumas superiores volaron, y la sirvienta dio un grito de horror con toda la boca abierta, llevándose las manos crispadas a los bandós. Sobre el fondo, entre las plumas, moviendo lentamente las patas velludas, había un animal monstruoso, una bola viviente y viscosa. Estaba tan hinchado que apenas se le pronunciaba la boca.
     Noche a noche, desde que Alicia había caído en cama, había aplicado sigilosamente su boca -su trompa, mejor dicho- a las sienes de aquélla, chupándole la sangre. La picadura era casi imperceptible. La remoción diaria del almohadón había impedido sin duda su desarrollo, pero desde que la joven no pudo moverse, la succión fue vertiginosa. En cinco días, en cinco noches, había vaciado a Alicia.
Estos parásitos de las aves, diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas condiciones proporciones enormes. La sangre humana parece serles particularmente favorable, y no es raro hallarlos en los almohadones de pluma.

      En primer lugar, debemos notar que todo el texto descriptivo de los espacios, es de tipo estático, pero, además, contribuye a crear una atmósfera donde es posible que Alicia, la protagonista, sufra.

     En segundo lugar, el “objeto” en transformación, en este relato es Alicia. Se describe su proceso de deterioro. Esta descripción muestra el sufrimiento que el entorno provoca en Alicia, es decir, es acorde con el  tema del relato. 

     Las descripciones, en general, son las encargadas de crear los entornos e imágenes visuales que permiten al espectador recrear, como se dijo al principio, el espacio de los relatos, tal como se los imagina el escritor. 

La descripción del entorno

       Observen el siguiente fragmento del texto “El almohadón de plumas” de Horacio Quiroga:

     “La casa en que vivían influía un poco en sus estremecimientos. La blancura del patio silencioso -frisos, columnas y estatuas de mármol- producía una otoñal impresión de palacio encantado. Dentro, el brillo glacial del estuco, sin el más leve rasguño en las altas paredes, afirmaba aquella sensación de desapacible frío. Al cruzar de una pieza a otra, los pasos hallaban eco en toda la casa, como si un largo abandono hubiera sensibilizado su resonancia.”

     Como escritor, se tiene mucha libertad en el momento de la creación descriptiva, pero si nos cuesta comenzar a escribir aquí ofrecemos algunas herramientas:

       Los verbos de la descripción: Los verbos característicos de la descripción refieren a la existencia de algo o alguien y su ubicación en el tiempo y el espacio. Generalmente se utiliza el verbo haber en tercera persona del singular en presente (hay) en pretérito imperfecto (había), por ejemplo: “en la habitación había tres ventanas”. También se utilizan los verbos encontrarse, estar, presentar(se). Por otra parte, se usan verbos que caracterizan a los objetos, por ejemplo, ser, parecer, parecerse, semejar, que entre otros, indican rasgos propios del objeto o personaje que se describe, rasgos constitutivos de su esencia o apariencia. El verbo tener, permite atribuirle rasgos al objeto: “Tenía bien peinado el cabello lacio”.

Adjetivos para describir paisajes:

 

CIELO: Azul, gris, plomizo, rojo (al atardecer o al amanecer), negro (de noche), estrellado, nublado, claro, soleado, lluvioso, despejado, cubierto.
MAR: Azul, verdoso, bravío, sereno, alborotado, picado, ondulado, transparente, tranquilo.
CASAS y EDIFICIOS: Bajas, altas, antiguas, modernas, humildes, grandes, pequeñas, majestuosas, unifamiliares, pisos, viejas, bloques, tiendas, con jardín, con piscina.
MONTAÑAS: Elevadas, bajas, verdes, peladas, redondeadas, secas, puntiagudas.
BOSQUE: Verde, espeso, frondoso, oscuro, otoñal, nevado, húmedo, solitario, refrescante.
ÁRBOLES: Altos, bajos, gruesos, delgados, corpulentos frondosos, redondeados, alargados, secos.
CIUDADES: Bulliciosas, silenciosas, tranquilas, ruidosas, agradables, desagradables, divertidas, aburridas, modernas, antiguas, históricas.
CAMPOS: Verdes, amarillos, oscuros, secos, áridos, fértiles, cultivados.

Descripción de personas: el retrato

     El retrato es la descripción de la figura o el carácter de una persona. La persona retratada puede ser un personaje histórico, una persona de la vida real o, como se dijo antes, ficticio, creado por el autor. La descripción de un personaje histórico requiere una profunda investigación en libros y documentos (para no dar una imagen falseada) y la de un personaje de la vida real exige una fina y perspicaz observación.
     El retrato de una persona puede ser físico (referido al aspecto exterior y visible del individuo) o espiritual (referido a lo no visible físicamente) Muy a menudo, el retrato literario combina la descripción de lo físico y lo espiritual.
Hay varias especies de retratos literarios:

     RETRATO: propiamente dicho.
    CARICATURA: es un retrato que se exagera y deforma las facciones o el aspecto de una persona con el objeto de causar gracia.
     AUTORRETRATO: es el retrato que uno hace de sí mismo.
    RETRATO DE CARÁCTER O RETRATO MORAL: es un retrato de las cualidades espirituales de ciertos tipos sociales (el usurero, el vanidoso, el español, el gaucho, etc.).
Algunas palabras que son útiles para redactar un retrato

     RASGOS FÍSICOS

ASPECTO GENERAL: apuesto, elegante, gallardo, obeso, grueso, airoso, elegante, delgado, gordo esbelto, rubicundo, rechoncho, corpulento, vigoroso, saludable, fuerte, huesudo robusto, flaco, seco, enjuto.

Nariz: grande, pequeña, aguileña, puntiaguda, ancha, larga, cuadrada, fina, alargada, triangular, achatada, chata, redonda, amplia, torcida, recta, corta, respingona, constipada, ganchuda, punta afilada; expresiones: nariz de boxeador, narizotas, narigón, narigudo, nariz de perro perdiguero, nariz de ‘Pinocho’, nariz de ‘payaso’.
Ojos: Dulces, vivos, saltones, almendrados, achinados, despiertos, expresivos, inexpresivos, muertos, redondos, rasgados, serenos, llorosos, grandes, pequeños, diminutos, enormes, claros, oscuros, tristes, ausentes, fugitivos, impenetrables, enrojecidos, verdes, negros, marrones, azules, ojerosa, vivos, lagrimosos, orientales, brillantes, chispeantes, apagados; expresiones: ojos de gato, dos ojos como dos soles, ojos como platos, negros como el azabache, el azabache de sus ojos, parece que sus ojos le hablan, negros como el carbón, color azul del cielo, verdes como el mar.
Cara o rostro: forma, piel, expresión, rasgos: dulce, amplia, afligida, seca, desconfiada, simpática, amable, franca, grave, tranquila, roja, blanca, serena, severa, confiada, endurecida, jovial, risueña, pálida, triste, expresiva, curtida, fresca, cetrina, rosada, dura, inteligente, inexpresiva, patética; expresiones: cara de circunstancias, cara de pocos amigos, cara de palo, cara de tonto, cara de merluzo, cara de piedra, cara de mosquita muerta cara de feliz cumpleaños.
Frente: ancha, estrecha, amplia, lisa, abombada, diminuta, grande, pequeña, arrugada, fina, lisa.
Cabellos, cabellera: finos, gruesos, rizados, anillados, secos, sedosos, grasos, descuidados, castaños, rubios, morenos, caoba, pelirrojos, negros, blancos, grises, canosos, descoloridos, desteñidos, decolorados, teñidos, ondulados, ásperos, abandonados, brillantes, recogidos, medio calvo, alopécico, calvo; expresiones: el pelo seco como un estropajo, su pelo es una estopa, pelo pajoso, la nieve en su pelo.
Cejas: finas, gruesas, castañas, rubias, morenas, caoba, pelirrojas, negras, blancas, grises, canosas, descoloridas, desteñidas, decoloradas, teñidas, pobladas, juntas, delgadas, rizadas, arqueadas, rectas, espesas, cejijunto.
Párpados: hinchados, arrugados, abombados, lisos, hundidos.
Pestañas: castañas, rubias, morenas, caoba, pelirrojas, negras, blancas, grises, canosas, descoloridas, desteñidas, decoloradas, teñidas, rizadas, espesas, largas, claras, pobladas, poco pobladas, cortas.
Boca y labios: finos, gruesos, delgados, anchos, grandes, estrechos, carnosos, voluptuosos, sensuales, herméticos, duros, rosados, rojos, blanquecinos; risueña, expresiva, sonriente,  alargada, besucona, triste, recta, voluptuosa, ancha, pequeña, grande, roja, viva.
Dientes: blancos, amarillentos, ennegrecidos, separados, alineados, pequeños, grandes, puntiagudos, torcidos, manchados, enormes, diminutos, postizos, anchos, afilados, negros, cariados, resplandecientes, estropeados, redondos, blancuzcos, limpios, sucios; expresiones: dientes como perlas, las perlas de sus dientes, perlas de su boca, dientes de conejo, dientes de caballo, dientes blancos como la nieve.
Mejillas: rollizas, hinchadas, redondas, suaves, hundidas, chupadas, blandas, rojas, descolgadas, caídas, blandas, blanduzcas, arrugadas, anchas, peludas, rasposas, finas; expresiones: rojas como un tomate, mofletudo.
Cuello: largo, corto, recto, fino, grueso, elegante, torcido, cuellicorto, cuellilargo; expresiones: cuello de jirafa, cuello de cisne.
Orejas: puntiagudas, salidas, alargadas, rectas, largas, grandes, pequeñas, pegadas, despegadas, transparentes, gruesas, finas; expresiones: orejas de Dumbo, orejas de elefante, orejotas, orejudo, orejón.
Piel (color): blanca, cetrina, rosada, sonrosada, blanquecina, lisa, arrugada, surcada, pálida, albina, morena, amarillenta, bronceada, aceitunada, tostada, oscura, clara, ceniza, macilenta, tatuada.
Manos (tamaño, piel y forma): grandes, pequeñas, finas, delicadas, blancas, cetrinas, rosadas, sonrrosadas, blanquecinas, lisas, arrugadas, surcadas, pálidas, albinas, morenas, amarillentas, bronceadas, aceitunadas, tostadas, oscuras, claras, fuertes, rechonchas, alargadas, robustas, calientes, húmedas, frías, heladas, rudas, jóvenes, envejecidas, ágiles, torpes, con dedos alargados / cortos / rechonchos / deformados / venosos.
Brazos: largos, cortos, fuertes, robustos, enclenques, esqueléticos, gruesos, delgados, macizos.
Piernas: largas, cortas, fuertes, robustas, enclenques, esqueléticas, gruesas, delgadas, macizas, separadas (pandas), rechonchas, celulíticas.

     RASGOS DE CARÁCTER

Conducta social: amable, simpático(a), generoso(a), bondadosos(a), cariñoso(a), caritativo(a), sensible, fiel, leal, honesto(a), apasionado(a), culto(a), gracioso(a), bien educado(a), encantador(a), expresivo(a), flexible, responsable, valiente, interesado(a), trabajador(a), sincero(a), honrado(a), honorable, antipático(a), desagradable, tacaño(a), testarudo(a), malvado(a), infiel, mentiroso(a), mal educado(a), pesado(a), egoísta, vergonzoso(a), cobarde, inflexible, vago(a), irresponsable, descuidado(a), violento(a), grosero(a), cochino(a), repugnante, cursi bullicioso(a), dicharachero(a), bromista.