Aula Universaletras

Ofrecemos una serie de lecturas con sus actividades que fueron dictadas en algunas escuelas de la Zona Sur de CABA.

Osiris, el salvador egipcio. Es la deidad principal de la muerte y el único dios que rivaliza con el culto solar de Ra. Estaba consagrada a él la ciudad de Zedu, cuyo nombre deriva del símbolo del dios, consistente en varias gavillas dispuestas una sobre otra. Allí, a lo largo de los brazos del delta, flanqueados de exuberante verdor, Osiris era señor de la inundación y de la vegetación, así como rey y juez de los muertos. De Anubis, el anterior dios de la muerte, con cabeza de perro o de chacal, tomó como símbolo este último animal, y en el Alto Egipcio la figura del perro recostado se vincula asimismo con la muerte: Khenti-Amentiu se identificó con el dios en Abydos, donde se creía que había sido enterrada la cabeza de Osiris. En Egipto, los dioses no tenían una morada concreta, como el Olimpo de los griegos, pero sus residencias locales permanecieron invariables durante siglos, excepción hecha de los dioses absorbidos por los miembros principales del panteón.
Osiris era representado como un hombre con barba, verde o negro, ciñendo la corona del Alto Egipto y vendado como una momia. En sus manos sostenía un látigo y un cayado, insignias del poder ctónico del que estaba investido este dios que moría y se levantaba. Se le atribuía la introducción de la agricultura y de varias artes, y era también el iniciador de los rituales religiosos, especialmente de los misterios que rodeaban el proceso de embalsamamiento y momificación. En Zedu se exhibía la momia del propio Osiris. La conservación del cuerpo se consideraba esencial para la vida eterna. Sin cuerpo no podía haber supervivencia tras la muerte. Además del cuerpo, los egipcios reconocían la existencia de un ba y un ka. Mientras que el primero era el alma y se representaba como un pájaro con cabeza humana, el ka actuaba como una especie de doble del cuerpo, del que era custodio; había nacido con él y le seguía como compañero al mundo de los muertos.
Al principio, sólo los faraones se convertían en Osiris al morir, y eran identificados con el dios de los muertos, como sus sucesores lo eran con Horus, hijo de Osiris. A partir del tercer milenio a.C., todos los hombres pudieron pasar el juicio del bien y del mal y realizar su salvación. Ante Osiris y sus cuarenta y dos ayudantes se hallaba la balanza del juicio, manejada por Anubis, el cual colocaba el alma (Ib) en un platillo y la pluma de la verdad y la justicia en el otro, mientras que el archivero Tot inscribía en su paleta el resultado del peso. A los infortunados les aguardaba un monstruo, en parte cocodrilo, en parte león y en parte hipopótamo: era Ammut, el comemuertos. En la cosmología egipcia, la otra tierra, la de los que habían partido, se situaba en el horizonte occidental, donde el sol desaparecía diariamente con su luz y su calor dispensador de vida. Desde ese punto descendía sobre el valle del Nilo no sólo la oscuridad, sino los gélidos vientos de los desiertos, de los que rápidamente se apoderaba el frío.
En el mito, Osiris es ahogado y desmembrado, y los trozos de su cuerpo esparcidos por la tierra y por el agua. Fue encerrado en un sarcófago y arrojado al Nilo por su hermano Set. El ahogado flotó y siguió río abajo, a través una de las bocas del delta para ir a parar al Mediterráneo y, por fin, al puerto de Biblos. Allí fue descubierto por Isis, su esposa y hermana, hija del dios de la tierra Geb. La envidia por la felicidad de Osiris e Isis acrecentó la implacable enemistad de Set, que no tardó en apoderarse del sarcófago que contenía el cuerpo del dios, el cual cortó en más de catorce fragmentos, que esparció por toda la tierra de Egipto. De nuevo Isis buscó a su marido con la ayuda de Nut, madre de Osiris, y lo recompuso salvo los genitales, que habían sido comidos por los peces. El dios renacido, sin embargo, no permaneció en la tierra, sino que se convirtió en señor de los que parten a la estéril otra tierra. Una leyenda distinta pretende que Isis enterró cada uno de los trozos de Osiris en el lugar en que los fue hallando, con lo que expandió el poder del dios por todas partes. Horus, el hijo de Isis, milagrosamente concebido por obra del dios muerto, iba a ser el vengador.

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Diccionario Mitológico y Fantástico

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