Inquietud Literaria

Una oportunidad para expandir la experiencia creativa

Grecia: la comedia

     La comedia ática antigua:

        Se denomina comedia ática antigua a la primera fase de la producción cómica hasta la muerte de Aristófanes, acaecida alrededor del 385 a. C. la comedia usa como instrumento la invectiva y la crítica política, entre otros rasgos.
       Se puede delinear una estructura de la comed, aún con la conciencia de que esta segmentación y estas denominaciones son producto de profundos y dilatados estudios cuya validez, en algunos puntos, todavía podría discutirse. Sus partes son prólogo, párodo, agón, parábasis, episodios y éxodos. No siempre guardan este orden, y el poeta las implementa con libertad y realza la importancia de cada una según sus objetivos, excepto el prólogo y el éxodo que son la apertura y cierre de la obra.
      El prólogo es funcional a la presentación de los personajes y la exposición del conflicto. Es el segmento en el que el espectador conoce al héroe y el tema cómico. Generalmente, después del prólogo, se presenta el párodo. Aquí tiene lugar la entrada del coro que se sitúa en la orquesta. Se profundiza el conflicto que se desarrollará en el siguiente segmento.
      En general, el héroe cómico entra en conflicto con otro personaje movido por la visión crítica de una situación que se dispone a modificar, mientras que el coro puede apoyar lo oponerse hasta que, finalmente, se pone de su parte. Naturalmente, el héroe resulta vencedor.
      La matriz básica de la comedia, consiste en el mutuo intercambio de invectivas. Este esquema se intensifica tanto en el agón como en el segmento siguiente, la parábasis, las dos partes sustanciales y específicas de la comedia. Las partes restantes son comunes con la tragedia.
      Luego del agón y la parábasis, la obra cede su lugar a una estructura por episodios que se continúan hasta el final de la comedia. Por último, el éxodo señala el final de la pieza. Así se celebra la culminación exitosa y feliz del proyecto cómico.
la comedia se vale de un procedimiento llamado onomatisky komoiein consistente en un ataque verbal a personas conocidas, mediante la exposición pública de algún rasgo que las exponga al descrédito. De este modo, pasa por el filtro de la comedia todo el espectro social desde un ciudadano dudoso hasta los mismos dioses .
      La comedia hace su lectura de los discursos de la sociedad a través de la parodia, un procedimiento consistente en reescribir de manera ridiculizante los enunciados del contexto social.
       Otra de las características de la comedia es que desarrolló la posibilidad de construir un pensamiento utópico, es decir, crear mundos alternativos en obras de pura fantasía.

La comedia nueva:

      Comedia nueva recibe su denominación por contraste con la comedia ática, respecto de la cual supone una innovación completa, aunque pervivan en la raíz de muchos de sus elementos constitutivos tipos y temas y una identidad de base. Entre la antigua y la nueva comedia existe un período de 80 años de experimentación, de adaptación gradual del género a las nuevas necesidades sociales y en que ocurren acontecimientos históricos que modifican necesariamente los modos de expresión dramática.
     Después del año 322, la comedia se vuelve definitivamente sobre historias menores o anécdotas que puedan ser populares. No es fácil decir tajantemente si esta comedia refleja la sociedad ateniense de su época. Indudablemente, se conjugan una serie de aspectos que hacen que la respuesta tenga que ser matizada. Se combina la caracterización realista de personajes y temas con la búsqueda de evasión, ahondando, precisamente, en la cotidianeidad de los pretextos argumentales y en la complicación que se introducen en las tramas. Es un texto inspirado en motivos reales, con lo que la imaginación, la fantasía y la mitología quedan relegadas. Se trata, en suma, de una comedia realista con temas tomados de la vida diaria común y privada en la que los acontecimientos se desarrollaban conforme a la lógica. Se dejaron de lado los elementos imposibles y disparatados de la antigua comedia que permitían poner en tela de juicio a todo tipo de personajes o ciudadanos significativos.
      Otra diferencia importante se revela en que los personajes se inspiran en tipos corrientes de la pequeña burguesía que está surgiendo como una nueva clase en la Atenas helenística. Ni siquiera se trata de caracteres aislados, sino de familias enteras de la que alguno de sus miembros se destaca para pasar a ser protagonista o antagonista de la acción, pero todos, en mayor o menor medida, intervienen a lo largo de la trama. Suelen oponerse dos modelos familiares: la familia rica, que suele tener una casa en la ciudad y una finca en las afueras o bien varios negocios fuera de Atenas, y, por otra parte, la familia pobre, generalmente de campesinos, apenas dueña de un espacio de campo. Estos representan personas venidas a menos, pero que aún guardan una vida digna con uno o dos hijos y algún esclavo. Por regla general, dentro del esquema familiar los padres se entienden mal, o bien uno de ellos está ausente por motivos de trabajo.
       La comedia nueva es un teatro de caracteres basado en un análisis psicológico de los personajes. En esto, debe mucho a la tragedia, particularmente a la de Eurípides y refleja las teorías contemporáneas de Aristóteles y el Perípato. Las clasificaciones de los diferentes tipos caracterológicos se encuentran en Aristóteles, por ejemplo los diferentes tipos de vicios y virtudes (presente en la obra Ética Nicomaquea), o los distintos modelos de carácter en relación con la edad o la fortuna.

LAS NUBES, (ARISTÓFANES)

PERSONAJES
Estrepsiades
Fidípides
Criado de Estrepsiades
Discípulos de Sócrates
Sócrates
Coro de Nubes
Argumento Justo
Argumento Injusto
Acreedor
Acreedor

LAS NUBES
(Representa una plaza en la que se ven dos casas. A un lado está la de Estrepsiades, en ella hay dos lechos ocupados; al otro, la de Sócrates, que es muy pequeña y cuya puerta está cerrada.)

E s t r e p s i a d e s
     (Incorporándose) ¡Joder, qué noche tan larga, Zeus Soberano, interminable! ¿Nunca se hará de día? Pues ya hace rato que oí el gallo, y los criados roncan: eso no habría ocurrido en otros tiempos. Mueras pues, tú, guerra, por muchos motivos, como, por ejemplo, que no pueda yo castigar a mis criados. Y tampoco se despierta de la noche el buen joven que a mi lado está, sino que tira pedos, arrebujado entre cinco cobertores. Pues bien, si te parece, ronquemos bien tapados. (Vuelve a meterse en su catre y enseguida se levanta de nuevo.) Mas no puedo, pobre de mí, conciliar el sueño, mordido por los gastos, el pesebre y las deudas por culpa de este hijo mío. Él gasta melena y monta a caballo, conduce un tiro de caballos y sueña con caballos. Y mientras tanto yo me siento morir cuando veo la luna trayendo las veintenas, pues los intereses aumentan. Enciende luz, esclavo, y sácame la libreta para que pueda leer a cuántos les debo y calcular los intereses.
     Veamos qué debo: doce minas a Pasias. ¿De qué le debo doce minas a Pasias? ¿Por qué se las pedí? Ah, fue cuando compré a Copatero. Infeliz de mí, antes me hubiera dado un golpe en un ojo con una piedra.
F i d í p i d e s
    (En sueños) Filón, haces trampa, conduce por tu carril.
E s t r e p s i a d e s
     He aquí la desgracia que ha acabado conmigo: hasta dormido sueña con caballos.
F id í p i d e s
    ¿Cuántas vueltas dará en carrera un carro de guerra?
E s t r e p s i a d e s
    A mí, tu padre, bien de vueltas me haces dar tú. Bueno, a ver en qué deuda me metí después de lo de Pasias. Tres minas a Aminias por un pescantillo y un par de ruedas.
F id í p i d e s
     Que se revuelque ese caballo y luego mételo en casa.
E s t r e p s i a d e s
     Idiota, a fuerza de hacerme dar vueltas me has dejado fuera de mi
hacienda, porque ya he perdido algunos juicios, y otros dicen que van a exigir un aval por los intereses.
F id í p i d e s
     (Despertando) Padre, ¿por qué estás molesto y no paras de dar vueltas en toda la noche?
E s t r e p s i a d e s
     Me ha echado de las mantas a bocados un demarco.
F id í p i d e s
     Déjame dormir a mí un poco, hombre de dios.
E s t r e p s i a d e s
     Eso, tú duerme, pero entérate bien de que todas esas deudas se volverán contra tu cabeza. Ay, ojalá hubiera muerto de mala muerte la casamentera que me indujo a casarme con tu madre. Yo vivía una agradabilísima vida rústica, entre el fango, sin lavar, tumbado cuando quería, con abejas, ganado y orujo en abundancia; luego me casé con la sobrina de Megacles, hijo de Megacles, yo, un paleto, con una de la ciudad: altanera, voluptuosa y con las maneras de Cesira. Cuando me casé con ella, acostado a su lado olfateaba yo el vino joven, las bandejas de higos, la lana, la abundancia; pero ella, los perfumes, el azafrán, los besos a tornillo, el derroche, la glotonería, Afrodita de los Cipotes y la Haceniños. No puedo decir, sin embargo, que fuera perezosa, porque tejía, y yo, enseñándole este manto que llevo, encontraba el pretexto para decirle: «Mujer, tejes demasiado tupido».
C r i a d o
     No nos queda aceite en la lámpara.
E s t r e p s i a d e s
     ¡Ay de mí! ¿Por qué me encendiste la bebedora? Ven aquí, que vas a llorar.
C r ia d o
    ¿Por qué he de llorar?
E s t r e p s i a d e s
     Porque le pusiste una mecha de las gordas (vuelve a su monólogo). Después, cuando nos nació este hijo nuestro a mí y a mi buena mujer, discutimos enseguida sobre cómo llamarlo, y ella añadía un -ipo al nombre: Jantipo, Caripo o Calípides, en tanto que yo proponía el nombre de mi abuelo, Fidónides. Así pues, el asunto quedó sin decidir algún tiempo y finalmente llegamos al acuerdo de llamarle Fidípides. Ella tomaba en sus brazos al niño y le decía con mucho mimo: «Cuando seas mayor, subirás en tu carro a la Acrópolis, como Megacles, con un vestido púrpura». Y yo le decía: «Cuando traigas las cabras de vuelta del Feleo, como tu padre, vestido con una pellica…». Pero no hizo ningún caso de mis palabras, sino que derramó su hipomanía sobre mis bienes.
     Conque ahora, después de cavilar una salida toda la noche, sólo he podido encontrar un camino divinamente dispuesto, por, el que, si convenzo a éste, podré salvarme. Mas quiero despertarle primero. ¿Cuál será el modo más dulce de despertarlo? ¿Cuál?
     ¡Fidípides, Fidipidito!
F i d í p i d e s
     ¿Qué, padre?
E s t r e p s i a d e s
     Bésame y dame tu diestra.
F id í p i d e s
     Ya está. ¿Qué sucede?
E s t r e p s i a d e s
     Dime, ¿tú me quieres?
F id í p i d e s
     Sí, por este Posidón Hípico aquí presente.
E s t r e p s i a d e s
     No me vengas a mí con Hípicos, por favor, que ese dios es el culpable de mis males; pero obedéceme, hijo, si verdaderamente me quieres de corazón.
F id í p i d e s
     ¿En qué quieres que te obedezca?
E s t r e p s i a d e s
Cambia cuanto antes de comportamiento y ve a aprender lo que yo te indique.
F i d í p i d e s
     Habla. ¿Qué me pides?
E s t r e p s i a d e s
     ¿Me obedecerás?
F i d í p id e s
     Te obedeceré, por Dioniso.
E s t r e p s i a d e s
     Mira ahora hacia allí. ¿Ves esa puertecita y esa casita?
F i d í p i d e s
     Las veo. ¿Qué sucede realmente, padre?
E s t r e p s i a d e s
     Ese es el caviladero de mentes sabias; dentro habitan unos hombres que hablan del cielo y te convencen de que es una estufa que nos rodea y que nosotros somos las brasas. Si se les paga dinero, enseñan a ganar, hablando con la razón o sin ella.
F i d í p i d e s
     ¿Quiénes son?
E s t r e p e s i a d e s
     No sé exactamente su nombre; sólo que son caviladores concienzudos, buenos y honrados.
F id í p i d e s
     ¡Bah! Pura chusma, los conozco. Los que dices son sólo unos bocazas de faz pálida, que andan sin sandalias. De ellos son el desdichado Sócrates y Querefonte.
E s t r e p s i a d e s
     ¡Eh, eh, calla, no digas idioteces! Si te importan algo las gachas de tu padre, hazte uno de ellos y abandona tu afición por los caballos.
F id í p i d e s
     No, por Díoníso; habrías de darme los faisanes que cría Leógoras.
E s t r e p s i a d e s
     Ve, te lo ruego, tú a quien quiero más que a nadie, ve y aprende.
F i d í p i d e s
     ¿Y qué quieres que aprenda?
E s t r e p s i a d e s
     Dicen que entre ellos se encuentran los dos Argumentos, el Superior, tal como es, y el Inferior. Y dicen que uno de ellos, el Inferior, consigue vencer defendiendo las causas más injustas, conque si tú me aprendieras ese Argumento Injusto, de todas las deudas que tengo por tu culpa no pagaría a nadie ni un solo óbolo.
F i d í p i d e s
     No te obedeceré, pues con la piel descolorida no me atrevería a mirar a la cara a los caballeros.
E s t r e p s i a d e s
     En ese caso no comerás a mis expensas, por Deméter; ni tú, ni tu yunta, ni el Sánfora, sino que te mandaré a los cuervos, fuera de mi casa.
F i d í p i d e s
     Mi tío Megacles no consentirá que esté sin caballo. Ea, me voy adentro, no me preocupo por ti.
E s t r e p s i a d e s
     Pues lo que es yo, aunque caído, no me quedaré tumbado, sino que tras rogar a los dioses iré personalmente al caviladero y haré que me enseñen. ¿Cómo podré aprender yo, un viejo torpe y desmemoriado, las sutilezas de los razonamientos exactos?. Es preciso ir. ¿Cómo es que en esta situación ando con dilaciones y no estoy golpeando la puerta? (Llama) ¡Chico, muchacho!
D i s c íp u l o
     ¡Vete a los cuervos! ¿Quién es el que golpea la puerta?
E s t r e p s i a d e s
     El hijo de Fidón, Estrepsiades de Cicinna.
D i s c íp u l o
     Quienquiera que seas eres un ignorante, que por culpa de esa patada que despreocupadamente le has arreado a la puerta me has hecho abortar una idea genial.
E s t r e p s i a d e s
     Perdóname, es que yo vivo muy lejos, en el campo. Mas cuéntame ese descubrimiento abortado.
D i s c íp u l o
     No está permitido decírselo más que a los discípulos.
E s t r e p s i a d e s
     Dímelo, entonces, sin miedo, pues aquí donde me ves vengo como discípulo al caviladero.
D is c íp u l o
     Te lo diré, pero has de considerarlo un secreto. Sócrates preguntó hace un momento a Querefonte cuántas veces salta una pulga lo que miden sus patas. Resulta que una de ellas le había picado en una ceja a Querefonte y se posó de un salto en la cabeza de Sócrates.
E s t r e p s ia d e s
     ¿Y cómo hizo la medición?
D i s c í p u l o
    Con suma habilidad. Tras fundir cera, cogió a la pulga y metió sus dos patas en la cera, y cuando estuvo fría, le nacieron en torno a ella unas pérsicas. Con sólo quitárselas, medía el espacio saltado.
E s t r e p s i a d e s
     ¡Oh Zeus Soberano, qué sutileza de mente!
D i s c íp u l o
     Pues qué dirías, si supieras otro pensamiento de Sócrates.
E s t r e p s i a d e s
     ¿Cuál? Cuéntamelo, por favor.
D i s c íp u l o
     Querefonte le preguntó qué opinaba respecto al canto de los mosquitos: si lo hacían con la boca o con el ano.
E s t r e p s i a d e s
     ¿Y qué dijo él respecto al mosquito?
D i s c í p u l o
     Dijo que el intestino del mosquito es estrecho, y a través de él, delgado como es, el aire avanza con fuerza, derecho hasta el ano, y luego el culo, una cavidad cóncava justo al lado de esa estrechez, resuena por la fuerza del aire.
E s t r e p s i a d e s
    O sea, que el culo del mosquito es una trompeta. Triplemente feliz él por esa investigación tan a fondo. Seguro que en caso de ser acusado, se libraría en el juicio quien tan profundamente conoce el intestino del mosquito.
D i s c íp u l o
     Y hace bien poco una lagartija le impidió hacer un gran descubrimiento.
E s t r e p s i a d e s
    ¿Cómo? Cuéntamelo.
D i s c íp u l o
     Él estaba investigando el curso y los movimientos de la luna, y cuando miraba hacia lo alto con la boca abierta, una lagartija le cagó encima desde el techo.
E s t r e p s i a d e s
     Me encanta: una lagartija cagándose encima de Sócrates.
D i s c íp u l o
    Y anoche no teníamos nada para cenar.
E s t r e p s i a d e s
     Bien, ¿y cómo se las apañó con vistas a la pitanza?
D i s c íp u l o
     Extendió sobre la mesa una fina capa de ceniza con una brochita curvada, luego cogió un compás… y afanó un manto en la palestra.
E s t r e p s i a d e s
     ¿Por qué admiramos al viejo Tales? Abre, abre aprisa el caviladero y muéstrame enseguida a Sócrates, que me muero por ser su discípulo. Vamos, abre la puerta. (Se abre la puerta y se ve una serie de individuos pálidos y macilentos en extrañas posturas de meditación.) ¡Por Heracles! ¿De dónde son esos bichos?
D i s c íp u l o
     ¿De qué te sorprendes? ¿A quién se te parecen?
E s t r e p s i a d e s
     A los prisioneros laconios de Pilos; pero, ¿por qué miran hacia el suelo esos de allí?
D i s c íp u l o
     Investigan lo que hay bajo tierra.
E s t r e p s i a d e s
     Bulbos es lo que buscan. (A los discípulos) No caviléis eso, que yo sé dónde los hay bien grandes y hermosos. ¿Y qué hacen esos otros, completamente inclinados hacia el suelo?
D i s c íp u l o
   Ésos observan el Érebo, por debajo del Tártaro.
E s t r e p s i a d e s
     ¿Y por qué mira su culo hacia el cielo?
D i s c íp u l o
     Porque aprende astronomía por su cuenta (A unos que se han puesto junto a la puerta) Vamos, entrad, que Él no os encuentre allí.
E s t r e p s i a d e s
     ¡No, no, por favor! Que se queden, para que pueda comunicarles un asuntillo mío.
D is c íp u l o
     Es que ellos no pueden pasar demasiado tiempo al aire libre. (El discípulo y Estrepsiades se internan en la casa, en la que hay diversos raros cachivaches) ¡
E s t r e p s ia d e s
     200 Por los dioses, dime qué es todo esto
D i s c íp u l o
     Esta es la Astronomía.
E s t r e p s i a d e s
     ¿Y esto, qué?
D i s c íp u l o
     La Geometría.
E s t r e p s i a d e s
     ¿Y para qué sirve esto?
D i s c íp u l o
     Para medir la tierra.
E s t r e p s i a d e s
     ¿La que se reparte en lotes?
D i s c íp u l o
     No, la tierra entera.
E s t r e p s i a d e s
     Me gusta eso que dices, el invento es democrático y útil.
D i s c íp u l o
     Ante ti tienes desplegada toda la tierra. ¿Ve Esto es Atenas.
E s t r e p s i a d e s
      ¿Qué dices? No lo creo, pues no veo tribunales en sesión.
D i s c íp u l o
     Ten por seguro que ese territorio es el Ática.
E s t r e p s i a d e s
     ¿Y dónde están los cicinneos, mis paisanos?
D i s c íp u l o
    Ahí dentro. Y, como ves, ahí está Eubea, está tendida junto al Ática, todo lo larga que es.
E s t r e p s i a d e s
     Lo sé; quedó tendida por obra nuestra y de Pericles. ¿Y dónde está Lacedemonia?
D is c íp u l o
     ¿Dónde? Es ésa de ahí.
E s t r e p s i a d e s
     ¡Qué cerca de aquí! Mejor sería que cavilarais cómo alejarla lo más posible de nosotros.
D is c íp u l o
     No puede hacerse.
E s t r e p s i a d e s
      A joderse, entonces, por Zeus. ¡Vaya ¿Quién es ese hombre que está en la cesta colgada?
D is c íp u l o
    Él.
E s t r e p s i a d e s
    ¿Qué él?
D i s c íp u l o
     Sócrates.
E s t r e p s i a d e s
      220 ¡Oh Sócrates! Vamos, tú, llámamelo con un buen grito.
D i s c íp u l o
      Llámalo tú mismo, yo no tengo tiempo (se va).
E s t r e p s i a d e s
     ¡Sócrates, Socratín!
S ó c r a t e s
     ¿Por qué me llamas, criatura efímera?
E s t r e p s i a d e s
     Ante todo dime, por favor, qué haces.
S ó c r a t e s
      Camino por el aire y cavilo respecto al sol.
E s t r e p s i a d e s
      Así pues, al menos es desde una cesta y no desde el suelo desde donde tú miras por encima a los dioses.
SÓCRATES
     Jamás habría descubierto cómo son en realidad los asuntos celestiales, si no hubiera suspendido mi pensamiento y mi sutil inteligencia, mezclándolos con su pariente el aire. Si permaneciendo en tierra observara lo de arriba desde abajo, jamás lo habría descubierto. Y no es por otra razón, sino porque la tierra arrastra hacia sí a la fuerza el jugo del pensamiento. Le pasa exactamente lo mismo que a los berros.
E s t r e p s i a d e s
      ¿Qué dices? ¿El pensamiento arrastra el jugo hacia los berros? Vamos, querido Sócrates, baja ahora aquí junto a mí y dame los conocimientos por cuya causa he venido.
S ó c r a t e s
      ¿Y a qué has venido?
E s t r e p s i a d e s
      Quiero aprender a hablar, pues los intereses y unos acreedores implacables me llevan y me traen, y mis bienes están hipotecados.
S ó c r a t e s
     ¿Y de dónde te viene el no darte cuenta de que estabas endeudado?
E s t r e p s i a d e s
      Me ha dejado baldado la enfermedad de los caballos, ¡joder cómo comen! Mas enséñame uno de tus dos Argumentos, el que no paga nada de lo que debe, y te juro por los dioses que te pagaré el suelde que tú exijas.
S ó c r a t e s
      ¿Por qué dioses vas a jurar? En primer lugar los dioses no son moneda que aceptemos nosotros.
E s t r e p s i a d e s
      ¿Y por qué juráis? ¿Por trozos de hierro como en Bizancio?
S ó c r a t e s
      ¿Tú quieres saber a ciencia cierta cómo es de verdad el asunto de los dioses?
E s t r e p s i a d e s
     Sí, por Zeus, si es que existe.
S ó c r a t e s
     ¿Y trabar conocimiento y conversación con las Nubes, nuestros dioses?
E s t r e p s i a d e s
     Más que nada.
S ó c r a t e s
     Siéntate entonces sobre el jergón sagrado.
E s t r e p s i a d e s
     Ya estoy sentado.
S ó c r a t e s
    Ahora coge esta corona.
E s t r e p s i a d e s
     ¿Para qué la corona? Ay de mí, Sócrates, no vayáis a sacrificarme, como a un Atamante.
S ó c r a t e s
     No, todo eso se lo hacemos a nuestros iniciados.
E s t r e p s i a d e s
     ¿Y qué ganaré yo?
S ó c r a t e s
      Te harás un experto de la palabra, unas castañuelas, harina en flor. Ea, cógela sin miedo.
E s t r e p s i a d e s
     Por Zeus, en eso sí que no me engañas. Así espolvoreado, seré harina en flor.
SÓCRATES
     (Solemne) Guarde silencio el anciano y preste atención a la plegaria. ¡Oh, señor soberano, Aire inconmensurable, que la Tierra tienes suspendida; oh, Éter brillante, y vosotras, Nubes, diosas venerables de rayos y truenos, elevaos, apareced ante mí, el gran cavilador, señoras, desde lo alto!
E s t r e p s i a d e s
      (Ridiculamente solemne) Aún no, aún no; no antes de que me cubra así para no resfriarme. ¡Mira que no haber cogido, desdichado de mí, ni un mal gorro al salir de casa!
S ó c r a t e s
      (Nuevamente solemne) Venid, pues, oh veneradísimas Nubes, a mostraros a este hombre: estéis asentadas en las sagradas cumbres del Olimpo sacudidas por la nieve, o en los jardines de vuestro padre, Océano, organicéis un coro sagrado para las Ninfas, o en las bocas del Nilo metáis sus aguas en aguamaniles de oro, o tengáis la laguna Meótide o la nevada roca del Mimanto, acoged mis palabras, aceptad mi ofrenda y complaceos con los ritos sagrados. (Desde la lejanía se van acercando las Nubes, el coro que da nombre a la pieza)
C o r o
     (Estrofa) Nubes siempre vivas, elevemos visibles nuestro ser vaporoso, fácil de mover. Partamos del padre Océano de profundo resonar hacia las cumbres de los elevados montes de cabellera arbórea para, desde allí, otear las cúspides visibles desde lejos, las cosechas y la sagrada tierra roturada,el murmullo de los sagrados ríos y el sordo estrépito del ponto, pues brilla incansable el ojo del Éter con sus resplandecientes rayos. Ea, disipemos la bruma sombría lejos de nuestras formas inmortales y contemplemos la tierra con ojos de lejano mirar.
S ó c r a t e s
     Oh Nubes venerabilísimas, evidentemente habéis oído mi llamada. (A Estrepsiades) ¿Has oído su voz y a la vez un mugiente trueno divino?
E s t r e p s i a d e s
     Os adoro, diosas veneradísimas, y a vuestros truenos quiero contestar con unos cuantos cuescos —hasta ese punto me aterran y me atemorizan— . Y con el permiso divino y hasta sin él ahora mismo me guiñaré.
S ó c r a t e s
     No te burles ni hagas como esos poetastros cómicos. Ten respeto, que un gran enjambre de diosas avanza entre cánticos.
C o r o
     (Antistrofa) Doncellas portadoras de la lluvia, vayamos a la ilustre tierra de Palas a ver el país muy amado de Cécrope, cuna de grandes hombres.
E s t r e p s i a d e s
      Por Zeus te lo ruego, Sócrates, explícame quiénes son ésas, cuya voz emite tan solemne canto. ¿Son quizá heroínas?
S ó c r a t e s
     En absoluto, sino las celestiales Nubes, las grandes diosas de los hombres ociosos. Ellas nos proporcionan conocimientos, diálogo, saber, capacidad de asombrar, facundia y habilidad para enredar las cosas y derrotar a los rivales.
E s t r e p s i a d e s
      Por eso al oír su voz mi alma ha emprendido el vuelo y ansia ya decir sutilezas y discutir bobadas respecto al humo, refutar argumentos con argumentos y oponer a un razonamiento otro. Conque, si es posible, deseo verlas ya a las claras.
S ó c r a t e s
     Mira ahora hacia el Parnés, que ya las veo descendiendo de él con mucha calma.
E s t r e p s i a d e s
     ¿Dónde? Señálamelo.
S ó c r a t e s
     Allí avanzan en tropel, por las cañadas y los matorrales; por allí, de costado.
E s t r e p s i a d e s
     ¿Qué sucede que yo no las veo?
S ó c r a t e s
     Junto a la entrada.
E s t r e p s i a d e s
     Ya, por fin; aunque apenas las distingo.
S ó c r a t e s
   Bueno, ahora ya las ves, si no tienes unas lagañas como calabazas.
E s t r e p s i a d e s
   Por Zeus, sí que las veo, ¡oh veneradísimas! Es que ya ocupan todo el espacio.
S ó c r a t e s
   Así que tú no sabías que éstas son diosas y no las tenías por tales.
E s t r e p s i a d e s
     No, por Zeus. Yo creía que eran bruma, rocío y vapor.
S ó c r a t e s
      Es que, por Zeus, no sabías que éstas alimentan a numerosos sofistas, adivinos de Turios, expertos en medicina, melenudos que sólo se ocupan de sus anillos y de sus uñas, dobladores de estrofas para coros cíclicos, embaucadores aéreos y vagos a quienes alimentan sin mover un dedo, porque ellos las hacen Musas de sus versos.
E s t r e p s i a d e s
      Ya. Por eso sus poemas hablan del impetuoso avance de las húmedas nubes que detienen los rayos del sol, de los rizos de Tifón el de las cien cabezas y de las violentas tempestades, y también de las aéreas y húmedas, pájaros de curvado pico que por el aire nadan, y de la lluvia de las nubes de agua de rocío. Y en pago a todo eso se hartan de rodajas de mújol, enormes y exquisitas, y de carne de tordo.
S ó c r a t e s
      Así es gracias a ellas. ¿Y no es justo?
E s t r e p s i a d e s
      Pero dime, si realmente son nubes, qué les pasa que parecen mujeres. Las otras nubes no son así.
S ó c r a t e s
      ¿Pues cómo son?
E s t r e p s i a d e s
     No lo sé de cierto. Se parecen a copos de lana volantes, en absoluto a mujeres, por Zeus, y éstas tienen nariz.
S ó c r a t e s
    Responde ahora a lo que te pregunte.
E s t r e p s i a d e s
      Di enseguida qué quieres.
S ó c r a t e s
      ¿Has visto alguna vez mirando hacia lo alto una nube semejante a un centauro, una pantera, un lobo o un toro?
E st r e psia d e s
      Desde luego, por Zeus. ¿Y qué?
S ó c r a tes
     Se convierten en lo que quieren, y si ven a alguno de esos melenudos cubiertos de vello, como el hijo de Jenofantes, se hacen iguales a centauros para burlarse de su loca afición.
E s t r e p s i a d e s
     ¿Y si ven al ladrón de fondos públicos de Simón, qué hacen?
S ó c r a t e s
      Se vuelven al punto lobos, para mostrar qué clase de individuo es ése.
E s t r e p s i a d e s
      Claro. Por eso ayer, cuando vieron a Cleónimo el tiraescudos, al percibir que era un completo cobarde se convirtieron en ciervos.
S ó c r a t e s
     Y ahora, ¿ves?, en cuanto han visto a Clístenes, en mujeres.
E s t r e p s i a d e s
     Os saludo, pues, señoras; y ahora, como nunca jamás lo hayáis hecho con otro, haced resonar para mí vuestra voz por toda la extensión del cielo, reinas del mundo.
C o r i f e o
     Te saludo, anciano hace tiempo nacido, perseguidor de las palabras gratas a las Musas; y tú, sacerdote de las más sutiles fantochadas, explica qué deseas de nosotras, pues a ningún otro de los que actualmente cavilan sobre las cosas del cielo prestaríamos atención, excepto a Pródico. A él por su sabiduría y sus opiniones, y a ti por los aires que te das caminando por las calles, por tu mirar de soslayo, por las muchas penalidades que sufres por andar descalzo y por la gravedad que muestra hacia nosotras tu semblante.
E s t r e p s i a d e s
      ¡Oh Tierra, qué voz; qué santa, solemne y prodigiosa!
S ó c r a t e s
      Ellas y sólo ellas son diosas. Todo lo demás es farfolla.
E s t r e p s i a d e s
      Y dime, por la Tierra. ¿El Olímpico Zeus no es para vosotros un dios?
S ó c r a tes
      ¿Qué Zeus? No digas tontunas, no hay Zeus.
E s t r e p s i a d e s
      ¿Qué dices tú? ¿Y entonces quién llueve? Descúbreme eso ante todo.
S  ó c r a t e s
     Pues éstas. Te lo demostraré con pruebas definitivas. Veamos. ¿Dónde has visto tú alguna vez llover sin nubes? Pues bien, él tendría que hacer llover con el cielo claro, sin la presencia de éstas.
E s t r e p s i a d e s
     Sí, por Apolo, ése que has aportado sí que es un buen argumento. Y antes teníamos por verdadero que Zeus meaba a través de una criba. Pero explícame quién truena, cosa que a mí me hace temblar de miedo.
Sócrates
     Son éstas las que truenan al rodar.
Estrepsiades
     ¿Cómo es eso, tú que ante nada te detienes?
Sócrates
      Cuando llenas de agua se ven obligadas a moverse, por fuerza se quedan colgadas, llenas como están de lluvia; y luego, cayendo pesadamente unas sobre otras, estallan y retumban.
Estrepsiades
     ¿Y el que las obliga a moverse quién es? ¿No es Zeus?
Sócrates
     En absoluto, sino el aéreo Remolino.
Estrepsiades
      ¿El Remolino? De eso no tenía ni idea: ya no es Zeus nuestro soberano, en su lugar reina ahora el Remolino. Pero no me explicas nada concreto sobre el trueno y el retumbar.
S ó c r a t e s
     ¿No me oíste decir que las nubes al caer unas sobre otras llenas de agua retumbaban a causa de lo apretadas que están?
E s t r e p s i a d e s
     ¿Y qué? ¿Por qué he de creérmelo?
S ó c r a t e s
     Te lo explicaré a partir de ti mismo. ¿Nunca después de haberte atiborrado de sopa en las Panateneas se te ha revuelto el estómago y de pronto se ha puesto a dar sonoros retortijones?
E s t r e p s i a d e s
     Sí, por Apolo, y me hacía sufrir mucho. Y los jugos retumbaban como el trueno y hacían un ruido terrible: primero despacio, ¡pa390 pax, papapax! y luego, aumentando, ¡papapapax! y al cagar, una retahila de truenos toda seguida, ¡papapapax!, como ellas.
S ó c r a t e s
     Considera tú la pedorrera que armas con un estomaguito de nada. ¿Cómo no van a dar ellas unos truenos tremendos siendo el aire inmenso?
E s t r e p s i a d e s
     Por esa razón se parecen los nombres: trueno y pedo. Y dime de dónde procede el rayo, resplandeciente de fuego, y por qué al lanzarse sobre nosotros abrasa a unos y apenas chamusca a otros. Es evidente que Zeus lo lanza sobre los perjuros.
S ó c r a t e s
      ¿Y cómo, idiota anclado en los tiempos de Crono, antigualla, si dispara contra los perjuros no ha dejado hechos un tizón a Simón, Cleónimo y Teoro? Y mira que ésos son perjuros a modo; pues no, lo tira contra su templo, contra el cabo ático de Sunio y contra las encinas más frondosas. ¿Con qué propósito? Las encinas, desde luego, no perjuran.
E s t r e p s i a d e s
       No sé, pero parece que tienes razón. ¿Qué es entonces el rayo?
S ó c r a t e s
       Cuando el aire seco se eleva y se encierra dentro de éstas, las sopla desde dentro como una vejiga y después, sin remedio, las rasga y se sale fuera con gran violencia a causa de la presión, y la fuerza y el fragor hacen que él mismo se encienda.
E s t r e p s i a d e s
      Por Zeus, ni más ni menos que eso es lo que me pasó a mí una vez en las Diasias. Puse a asar el cuajar de una víctima para mis parientes y se me olvidó darle unos pinchazos; aquél se hinchó, y de repente estalló y me echó a los ojos toda la mierda que tenía dentro y me quemó la cara.
C o r if e o
      Hombre que ansias obtener la más grande sabiduría de nosotras, qué feliz vas a ser entre todos los atenienses y helenos, si tienes retentiva, eres cavilador y la perseverancia reside en tu alma, si no te fatigas ni de caminar ni de aguantar a pie firme, si soportas bien el frío y no estás siempre con ganas de comer, si no pruebas el vino y te alejas de los gimnasios y demás idioteces de esa clase y, como cuadra a un hombre inteligente, piensas que lo mejor es triunfar actuando y planeando con la lengua como arma.
E s t r e p s i a d e s
      Lo que es por alma endurecida, atención que no se somete al sueño y estómago frugal, acostumbrado a las privaciones y contento con un poco de berza, pierde cuidado, que por tenerlo me prestaría sin miedo para caldera de forja.
S ó c r a t e s
       ¿En adelante no creerás en otros dioses que en los nuestros, el
Caos, las Nubes y la Lengua, esos tres?
E s t r e p s i a d e s
       Ni siquiera conversaría con los demás, ni aunque me encontrara con ellos, ni les ofrecería sacrificios ni libaciones ni incienso.
C o r if e o
      Dinos ahora con confianza qué hemos de hacer por ti, en la seguridad de que no fracasarás en el intento tú que nos honras y nos reverencias y tratas de ser un hombre capaz.
E s t r e p s i a d e s
      Señoras, lo que os pido es apenas nada: ser hablando el mejor de los helenos con cien estadios de diferencia.
C o r if e o
      Así será por lo que a nosotras respecta. En el futuro y a partir de este momento nadie conseguirá hacer que se aprueben más mociones en la Asamblea que tú.
E s t r e p s i a d e s
       No, lo mío no son las propuestas importantes; no es eso lo que yo ansío. Sólo lo necesario para volver las sentencias a mi favor y escabullirme de mis acreedores.
C o r if e o
       Conseguirás, pues, lo que quieres; tus deseos no son exagerados. Ea, ponte sin miedo en manos de nuestros servidores.
E s t r e p s i a d e s
      Así haré, confiado en vosotras, pues la necesidad me acucia por culpa de los caballos marcados con la koppa y de ese matrimonio que me ha hecho cisco. Y ahora, que hagan lo que quieran con este cuerpo mío. Se lo entrego. Golpes, hambre, sed, suciedad, frío, mi piel a tiras para un odre, si he de librarme de las deudas y cobrar entre la gente fama de duro, elocuente, audaz, resuelto, desvergonzado, urdidor de embustes, lengua suelta, pilar de los tribunales, código viviente, castañuela, zorro, vivales, astuto, ladino, escurridizo, embaucador, punzante, canalla, revoltoso, brusco, basura. Si al encontrarse conmigo me dan esos títulos, adelante, que hagan lo que tengan que hacer, y si lo desean, por Deméter, que me hagan embutido y se lo ofrezcan a los caviladores.
C o r ife o
      Tiene éste un ánimo nada timorato, sino bien dispuesto. Sabe que si aprende eso de mí, alcanzará entre los hombres una gloria de proporciones celestiales.
E s t r e p s i a d e s
      ¿Qué va a sucederme?
C o r i f e o
      Pasarás todo el tiempo a mi lado y llevarás una vida que envidiarán todos los hombres.
E s t r e p s i a d e s
      ¿ Veré yo eso realmente algún día?
C o r if e o
      Tanto que siempre habrá muchos sentados a tu puerta, deseando trabar contacto y conversación contigo y planear con tu ayuda negocios y alegaciones por valor de muchos talentos, a la altura de tu inteligencia. (A Sócrates) Ea, intenta enseñarle a este viejo lo que te propones; remueve sus pensamientos y prueba su buen juicio.
S ó c r a t e s
      Vamos, pues. Cuéntame tú mismo cómo es tu carácter, para que, bien enterado de cuál es, plante ante ti ahora mismo nuevos artilugios.
E s t r e p s i a d e s
      ¿Qué pasa, por los dioses? ¿Piensas tomarme al asalto como a una muralla?
S ó c r a t e s
       No, sólo quiero hacerte unas breves preguntas. ¿Tienes buena memoria?
E s t r e p s i a d e s
      Depende, por Zeus. Si me deben algo, un memorión; pero si yo debo, lástima, un total desmemoriado.
SÓCRATES
      ¿Está entre tus cualidades la facilidad de palabra?
E s t r e p s i a d e s
       Facilidad de palabra, no; de engañar, sí.
Sócrates
       ¿Y cómo podrás aprender entonces?
E s t r e p s i a d e s
Perfectamente, no te preocupes.
SÓCRATES
       Bien, procura captar enseguida cualquier sesuda indicación que te haga respecto a las cosas celestes.
E s t r e p s i a d e s
       ¿Qué dices? ¿He de coger las cosas al vuelo, como el perro la comida?
S ó c r a t e s
       (Para sí) Vaya individuo ignorante y estúpido éste. (A Estrepsiades) Me temo, vejete, que te hacen falta unos cuantos palos. Veamos. ¿Qué haces si alguien te golpea?
E s t r e p s i a d e s
       Aguanto los golpes y luego espero un poco y tomo testigos, y luego, casi sin dilación, voy a juicio.
S ó c r a t e s
      Vamos, al suelo ese manto.
E s t r e p s i a d e s
      ¿He hecho algo mal?
S ó c r a t e s
       No, pero para entrar es preciso ir desnudo.
E s t r e p s i a d e s
       No pretendo entrar a hacer un registro.
S ó c r a t e s
       Al suelo. ¿Qué estás mascullando?
E s t r e p s i a d e s
       Dime sólo una cosa. ¿Si soy aplicado y me esfuerzo por aprender, a cuál de los discípulos me pareceré?
S ó c r a t e s
       En nada diferirá tu apariencia de la de Querefonte.
E s t r e p s i a d e s
       Infortunado de mí; voy a ser un medio muerto.
S ó c r a t e s
       Deja de decir sandeces. Ea, acompáñame por aquí y date prisa.
E s t r e p s i a d e s
       Pon primero en mis manos una torta de miel, que me da miedo entrar, como si descendiera a la cueva de Trofonio.
S ó c r a t e s
       Vamos, anda. ¿Por qué remoloneas ante la puerta? (Entran)
C o r i f e o
       Ea, ve contento por tu valentía. Que tenga suerte ese hombre, porque habiendo avanzado hasta las honduras de la vida tiñe su persona de juveniles empresas y se ejercita en la sabiduría.
      Señores del público, voy a deciros la verdad, hablando con entera libertad. Sí, por Dioniso que m e ha criado. Ojalá lograra la victoria en el certamen y la reputación de sabio, porque yo que os tenía por un público enterado y a ésta por la más inteligente de mis comedias, que me había hecho trabajar mucho, decidí dárosla a probar a vosotros antes que a nadie y me vi derrotado sin merecerlo por unos rivales vulgares. Eso es, pues, lo que tengo que reprocharos a vosotros los listos, en cuyo honor me tomé yo tantas molestias, Más, pese a todo, jamás traicionaré yo a los que entre vosotros son juiciosos. En efecto, desde que aquí mismo vosotros, personas ante quienes es un placer hablar, prestasteis la mejor acogida a mí Prudente y a mí Daoporculo, y yo — aún era una jovencita y no me estaba permitido parir— hube de hacer de mi hijo un expósito, que otra joven cogió y recibió en sus brazos y a quien vosotros criasteis y educasteis generosamente, desde ese preciso momento tengo yo una prueba fidedigna de vuestra comprensión.
Así pues ahora, como aquella Electra, esta comedia viene a ver si se encuentra con un público igual de entendido. Ella reconocerá en cuanto vea el mechón de pelo de su hermano. Observad qué discreta es ella de natural: lo primero es que viene aquí sin haberse cosido un trozo de cuero, basto, rojo en el extremo, para hacer reír a los niños; no se burla de lo s calvos ni se contonea en danzas lascivas ni hay un viejo que a la vez que recita los versos sacude bastonazos a otro personaje para que no se note lo malísimos que son los chistes; tampoco ha hecho irrupción en escena con antorchas en las manos, ni grita «¡huy, huy!», sino que ha entrado confiada sólo en sí misma y en sus versos. Y yo, pese a ser un poeta de tal categoría, no voy por ahí presumiendo de melena, ni intento engañaros a vosotros, repitiendo un argumento dos y hasta tres veces, sino que siempre estoy inventando nuevos temas que presento ante vosotros, temas completamente distintos entre sí y siempre ingeniosos. Cuando Cleón era el amo, yo le golpeé en el vientre, y cuando cayó, no tuve estómago para cebarme en él; mis rivales, en cambio, en cuanto Hipérbolo les dio ocasión de cogerle, no han parado de ponerle verde al infeliz, y también a su madre: el primero fue Éupolis, que puso en escena su Marica, repitiendo vergonzosísimamente mis Caballeros y añadiéndole una vieja borracha por culpa de la danza del córdax —un personaje que ya antes había creado Frínico— a la que se comía un monstruo marino. Luego fue Hermipo el que escribió una comedia contra Hipérbolo y luego ya todos se meten con Hipérbolo, imitando mi comparación de las anguilas. Que no se divierta con mis comedias el que se ríe con las de ésos mas si conmigo y con mis hallazgos os lo pasáis bien, en el futuro se os tendrá por hombres de buen juicio.
S e m i c o r o 1
       (Estr.) Al encumbrado dueño de los dioses, al gran Zeus soberano, llamo el primero al coro; y al muy poderoso señor del tridente, salvaje sacudidor de la tierra y del salino mar; y a nuestro padre el renombrado, el Eter venerabilísimo que todo lo vivifica; y al guía de los corceles, que con sus fulgurantes rayos llena el suelo de la Tierra, grande divinidad entre dioses y mortales.
C o r i f e o
       Sapientísimo público, prestad atención hacia aquí. Os reprochamos a la cara que nos hayáis tratado injustamente: hacemos por la ciudad más que cualquier dios, y entre todos ellos sólo nos dejáis sin sacrificios y libaciones a nosotras que velamos por vosotros. En efecto, cuando se prepara una expedición carente de sentido, nos ponemos a tronar o a llover; y cuando elegisteis estratego a Cleón el curtidor, ese enemigo de los dioses, enarcamos las cejas y obramos portentos, y a través del rayo estalló el trueno, la luna abandonó los caminos y el sol se guardó inmediatamente su mecha dentro de sí y dijo que no luciría para vosotros si elegíais a Cleón. Pero aun así lo elegisteis, y es que se dice que las decisiones equivocadas son el sello de esta ciudad y que cuantos errores cometéis vosotros los dioses se encargan de volverlos en provecho vuestro. Sin embargo, fácil será explicaros que también eso acabará por favoreceros: si pilláis al rapaz Cleón en flagrante delito de soborno y desfalco y le metéis según la antigua costumbre el cuello en el cepo, todo lo que ha pasado, aunque en su momento fuese una equivocación, se tomará en algo provechoso para la ciudad.
S e m i c o r o . 2
     (Antíst.) Ven tu también a mi lado, Febo, señor de Délos, dueño de la roca Cintia de elevado pico, y tú, la dichosa, que en Efeso tienes un templo todo de oro donde te veneran las mozas de Lidia; y la diosa de nuestra comarca, la que lleva la égida, Atenea, dueña de la ciudad; y el que ocupa la roca Parnasia y entre antorchas brilla eminente entre las bacantes de Delfos, Dioniso, el amigo de los cortejos festivos.
C o r if e o
      Cuando nos disponíamos a dirigimos hacia aquí, nos encontramos con la Luna y nos encargó que, tras saludar a atenienses y aliados, os hiciéramos saber que está enfadada, pues dice que le va muy mal con vosotros aunque os ayuda en todo, y no de boquilla, sino por las claras. Ante todo, os hace ahorrar más de una dracma al mes en antorchas: como que todo el mundo al salir por la noche dice, «no compres antorchas, esclavo, que hay una hermosa luz de luna». Y dice que os beneficia en muchas otras cosas y vosotros ni siquiera lleváis correctamente la cuenta de los días, sino que los andáis cambiando hacia arriba y hacia abajo, de modo que dice que los dioses la amenazan continuamente cada vez que se quedan sin banquete y han de irse a casa sin haber tenido la fiesta que les correspondía según la cuenta de los días. Es que los días en que habría que hacer sacrificios dais tortura y dictáis justicia y muchas veces que nosotros los dioses guardamos ayuno llorando a Memnón o a Sarpedón, vosotros hacéis libaciones y os divertís. Por esa razón, cuando Hipérbolo salió hieromncimon este año en el sorteo, nosotros los dioses le arrebatamos enseguida la corona, conque ahora sabrá ése que hay que regular por la Luna la vida de cada día.
SÓCRATES
     (Saliendo de su casa) Por la Respiración, por el Caos y por el Aire, nunca vi un hombre tan paleto, tan lerdo, tan poco emprendedor ni tan incapaz de recordar nada; un tipo que cuando está aprendiendo cosas que son tan sólo tontunas las tiene olvidadas antes de haberlas aprendido. Aun así, lo llamaré a la puerta, que venga aquí a la luz. ¿Y Estrepsiades? Ven aquí con tu catre.
E s t r e p s i a d e s
       No me dejan sacarlo las chinches.
S ó c r a t e s
     Deprisa, déjalo en el suelo y presta atención.
E s t r e p s i a d e s
      Ya está.
S ó c r a t e s
      Veamos cuál de las cosas que nunca te han enseñado quieres aprender primero, dime. ¿Quizá algo de medidas? ¿Ritmos? ¿Versos?
E s t r e p s i a d e s
      De medidas, porque no hace mucho un vendedor de harinas me sisó dos quénices.
S ó c r a t e s
     No te pregunto eso, sino cuál es a tu juicio el metro más bello.
     ¿Es por ventura el trímetro o el tetrámetro?
E s t r e p s i a d e s
      Yo no pongo ninguno por delante del semisextario.
S ó c r a t e s
      No dices más que tonterías.
E s t r e p s i a d e s
     Apuéstate conmigo que el semisextario no es un tetrámetro.
S ó c r a t e s
      A los cuervos, que eres un cateto y un zoquete. Quizá aprendas deprisa algo sobre los ritmos.
E s t r e p s i a d e s
      ¿De qué me servirán a mí los ritmos con vistas a la harina?
S ó c r a t e s
      Lo primero, para quedar bien en reuniones, distinguiendo qué ritmo va por enoplios y cuál por dáctilos.
E s t r e p s i a d es
     ¿Por dáctilos? Pero si ya lo sé, por Zeus.
Sócrates
      Dime, pues, qué otro dáctilo hay sino el de la poesía épica.
E s t r e p s i a d es
      (Hace el gesto de la higa) En tiempos, cuando aún era un niño, éste.
S ó c r a te s
     Mira que eres basto y bruto.
Estrepsiades
      Es que no quiero aprender nada de eso, infeliz.
Sócrates
      ¿Entonces qué?
E s t r e p s i a d es
       Aquello, lo que te dije, el Argumento Injusto.
Sócrates
      Pero es necesario que aprendas antes otras cosas, como por ejemplo, qué cuadrúpedos son realmente de género masculino.
Estrepsiades
       Es que yo sé los masculinos, si no estoy loco: carnero, cabrón, toro, perro, ratón…
Sócrates
      ¿Ves lo que te pasa? Llamas al femenino ratona igual que al masculino.
Estrepsiades
      ¿Y cómo es eso?
Sócrates
      ¿Cómo? ratón y ratón.
E s t r e p s i a d e s
      ¿Y cóm o he de llamarlos, por Posidón?
Sócrates
     «Ratona» a la una, y «ratón» al otro.
Estrepsiades
     ¿Ratona? Muy bien, por el Aire. Como que sólo por esa enseñanza llenaré tu mortero de harina hasta el borde.
Sócrates
      Míralo, de nuevo un error: dices mortero, en masculino y es femenino.
E s t r e p s i a d es
       ¿Cómo es eso? ¿Pongo yo al mortero en masculino?
Sócrates
      Desde luego. Igual que si dices Cleónimo.
Estrepsiades
      ¿Y eso? Explícate.
Sócrates
      Para ti lo mismo valen mortero y Cleónimo.
E s t r e p s i a d e s
      Pero, amigo mío, Cleónimo no tiene mortero, es en una artesa redonda donde él amasa. Pero bueno, ¿cómo he de decir desde ahora?
S ó c r a t e s
     ¿Cómo? Mortera, igual que dices Sóstrata.
E s t r e p s i a d e s
      ¿La mortera? ¿En femenino?
S ó c r a t e s
      Así hablarás correctamente.
E s t r e p s i a d e s
      Entonces será mortera, Cleónima…
S ó c r a t e s
      Has de aprender también de nombres: cuáles son masculinos y
cuáles femeninos.
E s t r e p s i a d e s
      Yo sé cuáles son femeninos.
S ó c r a t e s
       Dilos pues.
E s t r e p s i a d e s
      Lisila, Filina, Clitágora, Demetria…
S ó c r a te s
      ¿Y qué nombres son masculinos?
E s t r e p s i a d es
       Muchísimos: Filóxeno, Melesias, Aminias…
Sócrates
      Pero bribón, ésos no son masculinos.
E s t r e p s i a d e s
      ¿No los consideráis masculinos?
Sócrates
      En absoluto. A ver, ¿cómo llamarías a Aminias si te lo encuentras?
E s t r e p s i a d e s
      ¿Cómo? Pues así: «¡Eh, eh, Aminia!».
Sócrates
      ¿Lo ves? Das nombre de mujer a Aminias.
Estrepsiades
      Justo es, porque no ha hecho el servicio militar. ¿Por qué he de aprender lo que todo el mundo sabe?
Sócrates
      Da igual, por Zeus. Bueno, te recuestas aquí… (Le señala el catre)
E s t r e p s i a d es
       ¿Y qué hago?
S ó c r a t e s
      Invéntate una historia. Puedes sacarla de tus asuntos.
E s t r e p s i a d e s
       ¡No, ahí no, por favor! Si he de hacerlo, permíteme que me la invente tumbado en el suelo.
SÓCRATES
       No puede hacerse de otra manera.
E s t r e p s i a d e s
      Desdichado de mí, hoy sí que se las voy a pagar a las chinches.
C o r o
      (Esír.) Cavila, revisa, haz dar vueltas dentro de ti a todas las posibilidades sin dejar resquicios. Y cuando no encuentres salida, ¡pronto!, salta hacia otro proyecto de tu mente y quede fuera de tus ojos el sueño que al ánimo complace.
E s t r e p s i a d e s
      ¡Atatay, atatay!
C o r i f e o
      ¿Qué te pasa, qué tienes?
E s t r e p s i a d e s
       Muerto estoy, pobre de mí. De la litera salen para morderme los corintios y se comen mis costados y se me beben el alma y me arrancan los cojones y me hacen un túnel en el culo. Acabarán por matarme.
C o r if e o
      Déjate de esos lamentos tan tétricos.
E s t r e p s i a d e s
      ¿Y cómo, cuando se ha ido a paseo mi hacienda, a paseo mi piel, a paseo mi vida, a paseo mis sandalias, y para colmo de todas esas desgracias, por estar cantando durante la guardia por poco me voy a paseo yo.
S ó c r a t e s
¡Eh, tú! ¿Qué haces; no cavilas?
E s t r e p s i a d e s
¿Yo? Sí, por Posidón.
SÓCRATES
¿Y qué has cavilado?
E s t r e p s i a d e s
Si las chinches dejarán algo de mí.
SÓCRATES
Morirás de la peor muerte.
E s t r e p s i a d e s
¡Qué ingenuo! Hace ya un rato que he muerto.
S ó c r a t e s
No es cuestión ya de ablandarse, sino de cubrirse la cabeza para pensar, pues has de encontrar una idea fraudulenta que te permita escaparte. (Sócrates se retira un momento)
Estrepsiades
¡Ay de mí! ¿Quién m e pondría encim a una idea escaqueadora hecha de piel de embustero?
Sócrates
Bien, vamos a ver qué hace ahora ese tipo. Eh, tú, ¿duermes?
Estrepsiades
Yo no, por Apolo.
Sócrates
¿Tienes algo?
Estrepsíades
Nada por Zeus.
Sócrates
¿Nada nada?
Estrepsíades
Nada. Sólo la polla en la m ano derecha.
Sócrates
Vamos, tápate enseguida y ponte a cavilar.
Estrepsia es
¿Sobre qué? Tú eres quien ha de decírmelo, Sócrates.
S ó c r a t e s
Descubre primero tú qué es lo que quieres y dímelo.
E s t r e p s i a d e s
Ya has oído mil veces lo que quiero: saber de qué modo m e libraré de pagarle a nadie los intereses.
S ó c r a t e s
Pues vamos, tápate la cabeza, divide tu mente en pequeñas parcelas y estudia detenidamente el asunto, organizándolo y observándolo como es debido.
E s t r e p s i a d e s
¡Pobre de mí!
S ó c r a t e s
No temas. Y si alguna idea no te ofrece salida, abandónala y pasa a otra, y luego vuelve a poner tu mente en marcha y sopésalo bien todo.
E s t r e p s i a d e s
¡Ay, Socratito de mis entretelas!
S ó c r a t e s
¿Qué te pasa, abuelo?
E s t r e p s i a d e s
Tengo una idea para escaquearme de los intereses.
S ó c r a t e s
Exponía.
E s t r e p s i a d e s
Dime primero…
Sócrates
¿Qué?
Estrepsíades
Si yo m e comprara una maga tesalia y robara una noche la luna y luego encerrándola en una cajita redonda com o un espejo, la tuviera vigilada…
S ó c r a te s
¿De qué te serviría realmente eso?
Estrepsiades
¿De qué? Si la luna no sale, no tendría que pagar los intereses.
S ó c r a te s
¿Y eso por qué?
E strep sia d es
Porque los vencimientos de los préstamos son mensuales.
Sócrates
Buena idea. Voy a proponerte otra cuestión que también requiere destreza. Si alguien te lleva a juicio por cinco talentos, dime cóm o te escabullirías.
Estrepsiades
¿Cómo? ¿Cómo? No lo sé, pero he de encontrar el medio.
Sócrates
No estés constantemente dirigiendo tu mente tan sólo a tu persona, deja a tu pensamiento vagar por el aire, como si fuera un abejorro atado por una pata.
E s t r e p s i a d e s
He encontrado una forma inteligentísima de escabullirme de ese juicio; seguro que tú estarás de acuerdo conmigo.
S ó c r a t e s
¿Cuál es?
ESTREPSÍADES
¿Has visto alguna vez en las tiendas de potingues esa piedra bella y diáfana que usan para encender fuego?
SÓCRATES
¿Te refieres al cristal?
E s t r e p s i a d e s
Eso es. Bien, ¿qué pasaría si yo cogiera uno, y cuando el secretario estuviera tomando nota de la demanda, yo m e plantara a cierta distancia de cara al sol y borrara todo lo escrito referente a mi causa?
S ó c r a t e s
Sabia idea, por las Gracias.
E s t r e p s i a d e s
Ay, qué contento estoy por haber borrado de un golpe mi juicio por cinco talentos.
S ó c r a t e s
Vamos, ahí va otra, cógela a toda prisa.
El llamado espejo ustorio, que prende fuego al concentrar a su través los rayos del sol en un punto determinado.
E s t r e p s i a d e s
¿Qué?
S ó c r a t e s
¿Cómo te librarías, si metido en un juicio estuvieras en un tris de perderlo por falta de testigos?
E s t r e p s i a d e s
Eso está tirado, es muy fácil.
S ó c r a t e s
Dilo, pues.
E s t r e p s i a d e s
Pues lo digo. Cuando quedara sólo una causa, antes de llamar a juicio a la mía, saldría corriendo a ahorcarme.
S ó c r a t e s
Eso no tiene ningún sentido.
E s t r e p s i a d e s
Sí, eso haría, por los dioses, porque nadie m e pondría un juicio si estuviera muerto.
S ó c r a t e s
Estás loco. Lárgate, no quiero seguir instruyéndote.
E s t r e p s i a d e s
¿Y eso por qué? Sí, por los dioses, Sócrates.
S ó c r a t e s
Es que enseguida olvidas lo poco que aprendes. A ver, dime qué es lo primero que aprendiste hace un momento.
E s t r e p s i a d e s
Bien, veamos. ¿Qué fue lo primero, qué fue lo primero? ¿Qué cosa era ésa en la que m olíam os la harina? ¡Ay de mí! ¿Y cuál era?
S ó c r a t e s
¿Por qué no te vas a los cuervos y te mueres, viejo estúpido y desmemoriado?
E s t r e p s i a d e s
¡Ay! ¿qué va a ser ahora de mí, desgraciado? De cierto que moriré, si no aprendo a mover mi lengua. Ea, Nubes, aconsejadme algo útil.
C o r if e o
Nosotras, anciano, te aconsejamos que si tienes un hijo mayor lo envíes en tu lugar para que aprenda.
E s t r e p s i a d e s
Sí que lo tengo, y bien guapo y bien bueno que es, pero no quiere estudiar. ¿Qué voy a hacer yo?
C o r if e o
¿Y tú se lo consientes?
E s t r e p s i a d e s
Es que es robusto y vigoroso de cuerpo y procede de mujeres de alto copete, con los aires de Cesira. No obstante, iré en su busca, y si no quiere, lo echaré sin remedio de m i casa (A Sócrates) Y tú, entra y espérame un rato. (Vuelve a su casa)
C o r o
(Antíst.) ¿Te das cuenta de que enseguida tendrás muchísimas ventajas, gracias sólo a nosotras entre todos los dioses? Dispuesto está ése a hacer todo cuanto le pidas. Y tú, mientras ese hombre está fuera de sí y visiblemente exaltado, aprovéchate y exprímelo todo lo que puedas, y sin tardanza, pues esos asuntos suelen cambiar mucho.
E s t r e p s i a d e s
Por la Bruma, que no seguirás ahí tan tranquilo. Vamos, vete y cómete las columnas de Megacles.
F i d í p i d e s
Pero padre, hombre de dios, ¿qué te pasa? No estás en tus cabales, por Zeus Olímpico.
E s t r e p s i a d e s
Mira mira, «por Zeus Olímpico». ¡Qué estupidez, creer en Zeus a tu edad!
Fidípides
¿De qué te ríes verdaderamente?
E s t r e p s i a d e s
De ver que eres un bebé chapado a la antigua. No obstante, acércate, que vas a saber algo más. Te diré una cosa cuyo conocimiento hará de ti un hombre. Pero ojo con decírselo a nadie.
Fidípides
Aquí estoy. ¿De qué se trata?
E s t r e p s i a d e s
Hace un momento juraste por Zeus.
Fidípides
Lo hice.
E s t r e p s i a d e s
¿Ves qué cosa tan buena es aprender? No existe Zeus, Fidípides.
Fidípides
¿Quién, entonces?
E s t r e p s i a d e s
Remolino reina después de haber destronado a Zeus.
F i d í p i d e s
¡Arrea, qué bobadas dices!
E s t r e p s i a d e s
Entérate de que eso es así.
F i d í p i d e s
¿Quién lo dice?
E s t r e p s i a d e s
Sócrates de Melos y Querefonte, que sabe de huellas de pulga.
F id í p i d e s
¿Y tú has llegado a un extremo de locura tal como para creer en unos hombres biliosos?
E s t r e p s i a d e s
Contén tu lengua y no digas nada inadecuado de unos hombres instruidos y con cabeza, cuyo espíritu ahorrativo les impide cortarse el cabello y ungir nunca con aceite o ir a los baños públicos a lavarse. En cambio tú estás derrochando mis bienes como si yo estuviera muerto. M as ea, hazlo por mí. Ve allí a aprender.
F i d í p i d e s
¿Qué cosa de utilidad podría aprender nadie de ésos?.
E s t r e p s i a d e s
¿De veras? Toda la sabiduría humana. Conocerás de ti mismo cuán cerrado e ignorante eres. Pero aguárdame aquí un momento.
Fi d í p i d e s
¡Ay de mí! ¿qué he de hacer con m i padre fuera de sus cabales? ¿Le llevo a juicio por locura o les cuento su desvarío a los fabricantes de ataúdes?
E s t r e p s i a d e s
(Vuelve con una pareja de ratones) Vamos a ver cómo llamas tú a éste, dímelo.
Fi d í p i d e s
Un ratón.
E s t r e p s i a d e s
Muy bien, ¿y a ésta?
F i d í p i d e s
Una ratón.
E s t r e p s i a d e s
¿Los dos lo mismo? Para partirse de risa. No sigas con eso en el futuro: llama ratona a ésta y ratón a éste.
Fidípides
¿Ratona? ¿Aprendiste esas habilidades cuando entraste ahí hace un rato junto a los nacidos de la tierra?
E s t r e p s i a d e s
Ésas y otras muchas. Pero lo que aprendía en cada ocasión lo olvidaba enseguida por culpa de mis muchos años.
Fidípides
Ya, y por eso perdiste el manto.
E s t r e p s i a d e s
No lo he perdido, sino que m e ha valido para estudiar.
F id í p i d e s
¿Y las sandalias, dónde las echaste, hombre sin seso?
E s t r e p s i a d e s
«Las gasté en lo que era necesario», como Pericles. Mas ea, ponte en marcha, vayamos. Por una vez, comete un error por obedecer a tu padre que yo sé que en una ocasión, cuando tenías seis años y aún tartamudeabas, te hice caso a ti y con el primer óbolo que gané com o heliasta te compré un carrito de juguete en las diasias.
F i d í p i d e s
Andando el tiempo te lamentarás de esto.
E s t r e p s i a d e s
Muy bien por obedecer. (Se acercan a ¡a casa de Sócrates) Sal aquí, Sócrates, aquí, que te traigo a este hijo mío, convencido mal de su grado.
S ó c r a t e s
Es todavía un mozalbete y no está baqueteado en cestas colgantes como las de aquí.
F id í p i d e s
Tú sí que estarías baqueteado, si te colgaran del techo.
E s t r e p s i a d e s
¡Vete a los cuervos! ¿Cómo te atreves a maldecir al maestro?
S ó c r a t e s
Ya ves, colgar. Qué bobamente lo ha dicho y con el pico bien abierto. ¿Quién podría enseñar alguna vez a ése a librarse de una condena, a citar ante el tribunal o a poner una voz lastimera, capaz de convencer? Y eso que Hipérbolo lo aprendió por un talento.
E s t r e p s i a d e s
No te preocupes, maestro, que es listo por naturaleza. Cuando era un mocoso de apenas este tamaño, hacía casitas de barro, naves de madera, armaba carritos de cuero y con cáscaras de granada hacía unas ranas que ni te figuras. Haz por que él aprenda los dos Argumentos, el Superior, tal cual es, y el Inferior, que defendiendo posiciones injustas es capaz de derrotar al Superior; y si eso no es posible, por lo menos el Injusto, sea como sea.
S ó c r a t e s
Él mismo aprenderá de los propios Argumentos; yo me voy. (Sócrates se retira y salen los dos Argumentos, discutiendo acaloradamente)
A r g u m e n t o J u s t o
Ven aquí, déjate ver por el público, si tan valiente eres.
A r g u m e n t o In j u s t o
Vamos donde quieras. Acabaré contigo mucho mejor hablando ante mucha gente.
A r g u m e n t o J u s t o
¿Tú me liquidarás? ¿Y quién eres?
A r g u m e n t o In j u s t o
Un argumento.
A r g u m e n t o Ju s t o
Sí, pero inferior.
A r g u m e n t o I n j u s t o
Sin embargo te derroto a ti, que te dices superior.
A r g u m e n t o J u s t o
¿Qué haces de inteligente para ello?
A r g u m e n t o I n j u s t o
Descubro ideas novedosas.
A r g u m e n t o Ju s t o
Eso está ahora en auge por culpa de estos imbéciles. (Señala al público)
A r g u m e n t o I n j u s t o
No lo son, sino sabios.
A r g u m e n t o J u s t o
Acabaré contigo miserablemente.
A r g u m e n t o In j u s t o
¿Haciendo qué? Di.
A r g u m e n t o Ju s t o
Diciendo cosas justas.
A r g u m e n t o In j u s t o
Que yo refutaré, y te derrotaré. A firmo que ni siquiera existe la justicia.
A r g u m e n t o Ju s t o
¿Que no existe dices?
A r g u m e n t o In j u s t o
A ver, ¿dónde está?
A r g u m e n t o Ju s t o
Junto a los dioses.
A r g u m e n t o In j u s t o
¿Cómo puede haber justicia, si Zeus que encadenó a su padre no está muerto?
A r g u m e n t o J u s t o
Me empiezo a poner enfermo; dadme una palangana.
A r g u m e n t o I n j u s t o
Eres un viejo imbécil y pasado de moda.
A r g u m e n t o Ju s t o
Y tú, un degenerado y un sinvergüenza.
A r g u m e n t o I n j u s t o
Me estás echando flores.
A r g u m e n t o Ju s t o
Y un payaso.
A r g u m e n t o I n j u s t o
Me pones una corona de lirios.
A r g u m e n t o Ju s t o
Y un parricida.
A r g u m e n t o I n j u s t o
Me estás cubriendo de oro sin darte cuenta.
A r g u m e n t o J u s t o
En otros tiempos lo estaría haciendo con plomo.
A r g u m e n t o I n j u s t o
Pero ahora ésos son elogios para mí.
A r g u m e n t o J u s t o
Eres demasiado descarado.
Argumento Injusto
Y tú, un carcamal.
Argumento Justo
Por tu culpa ningún mozalbete quiere ir a la escuela, pero un día
se sabrá qué enseñas a los idiotas de los atenienses.
Argumento Injusto
Estás hecho un asco.
Argumento Justo
A ti, en cambio, te va muy bien; y eso que antes eras un mendigo, que afirmaba ser el minio Télefo mordisqueando de su morral ideas de Pandéleto.
Argumento Injusto
¡Ay, qué sapiencia…!
Argumento Justo
¡Ay, qué locura…!
Argumento injusto
.. .la que has recordado.
Argumento Justo
…la tuya y la de esta ciudad, que alimenta a individuos como tú, que pervierten a los jóvenes.
A r g u m e n t o I n j u s t o
Ni aun siendo Crono enseñarás a ése.
A r g u m e n t o Ju s t o
Sí, si se trata de salvarlo y no de que se ejercite sólo en la charlatanería.
A r g u m e n t o I n j u s t o
(A Fidípides) Ven aquí y deja a ése con sus locuras.
A r g u m e n t o J u s t o
Llorarás, si le pones la mano encima.
C o r if e o
Dejaos de peleas e insultos. Muestra tú lo que enseñabas a los hombres de antaño y tú la educación moderna, para que éste pueda decidir con quién quiere estudiar después de oíros discutir vuestras razones.
A r g u m e n t o J u s t o
Estoy dispuesto a hacerlo.
A r g u m e n t o In j u s t o
También yo.
C o r if e o
Bien. ¿Quién hablará primero?
A r g u m e n t o I n j u s t o
Se lo cedo a ése. Luego, lo que él diga m e proporcionará a mí ocasión de disparar contra él con palabras e invenciones novedosas,
y finalmente, si aún sigue gruñendo, morirá bajo el peso de mis ideas, con la cara y los ojos llenos de picaduras como de abejorro.
C o r o
(Estr.) Ahora van a demostramos, fiados en su hcibil manejo de la palabra, el pensamiento y la reflexión que se plasma en ideas, cuál de los dos es mejor hablando.
[Es ahora y aquí cuando pasa por el trance de más alto riesgo la sabiduría, respecto a la cual nuestros amigos sostienen una disputadecisiva.
C o r if e o
Vamos, tú que has coronado a los antiguos con tantas costumbres nobles, dinos lo que más te plazca y danos a conocer tu personalidad.
A r g u m e n t o Ju s t o
Hablaré, entonces, de cómo era la educación antiguamente, cuando yo iba viento en popa proclamando la justicia y la cordura estaba bien vista. Ante todo, era necesario que no se oyera la voz de un solo niño hablando; tenían que ir andando por las calles, en ordenadas filas, hacia la casa del maestro de música, juntos todos los de la misma aldea y desnudos, aunque la nieve cayera tan tupida como harina. Lo primero que aquél les enseñaba era una canción — bien fuera la de La terrible Palas destructora de ciudades o la de Canción que lejos nos lleva— que cantaban con las piernas separadas, entonando la armonía que habían recibido en herencia de sus padres. Y si uno de ellos se ponía a hacer bromas o soltaba un gorgorito al estilo de las ridículas inflexiones de voz de hoy en día que puso de moda Frinis recibía una buena tunda de golpes como culpable de atentar contra las M usas. Sentados en casa del maestro de gimnasia, los chicos tenían que extender sus muslos hacia delante, a fin de no mostrar a los de fuera nada indecente y después, al levantarse de nuevo, alisar la arena y procurar no dejar a sus enamorados ninguna huella de sus atributos.
En aquellos tiempos ningún joven se untaba con aceite por debajo del ombligo para que pudieran florecer en sus vergüenzas pelusilla y rocío como en los melocotones ni se acercaba a su amante atiplando la voz y ofreciéndose a sí mismo con la mirada. En los banquetes no les estaba permitido echar mano a las cabecitas de rábano ni arrebatar a los mayores el anís y el apio ni hacer melindres con la comida ni reír a carcajadas ni cruzar las piernas.
A r g u m e n t o In j u s t o
Antiguallas, cosas de las Dipolias, llenas hasta los topes de cigarras, de Cecidas y de bueyes sacrificados.
A r g u m e n t o Ju s t o
Pero ésas son las enseñanzas con las que mi método de educación produjo los héroes de Maratón; en cambio tú enseñas a las generaciones de ahora a envolverse en mantos, y yo me siento morir cuando se ven forzados a bailar en las Panateneas y llevan el escudo bien por delante del cipote, sin preocuparse de Tritogenia. Conque, muchacho, elígeme a mí, el Argumento Superior con entera confianza y aprenderás a odiar el ágora y a alejarte de los baños públicos; a sentir vergüenza ante lo que es vergonzoso y a encenderte si alguien te toma el pelo; a levantarte de tu asiento si se acercan personas de edad; a no portarte mal con tus padres y a no realizar, en suma, ningún acto vergonzoso que pueda manchar tu imagen de persona respetable. No irás de un brinco a casa de bailarinas, para evitar que, boquiabierto por el espectáculo y alcanzado de lleno por las manzanas de una putilla, pierdas tu buena reputación; no replicarás en nada a tu padre, ni llamándole Japeto le echarás en cara su edad, gracias a la cual tú fuiste criado en la niñez.
A r g u m e n t o In j u s t o
Si le haces caso, muchacho, por Dioniso que serás igual que los hijos de Hipócrates y te dirán caprichito de mamá.
A r g u m e n t o Ju s t o
No . Así pasarás el tiem po en el gimnasio, reluciente y fresco como una flor, y no discutiendo en el ágora idioteces sin sentido, como hacen ahora, dejándose arrastrar por asuntos de minucia, especialidad de embaucadores que, pese a su presunción, no saben nada de nada. Tú bajarás a la Academia y allí correrás bajo los olivos sagrados, coronado de ju n cos ligeros, al lado de otro sensato joven de tu edad, entre aromas de zarzaparrilla, ocio y álam o blanco perdiendo la hoja, gozando de la primavera, cuando el plátano cuchichea con el olmo. (Desde aquí hasta el final, más rápido)
Si haces lo que te digo y dedicas a ello tu atención tendrás siempre el pecho fuerte, la piel brillante, los hombros anchos, la lengua corta, el culo grande, la polla pequeña. Pero si te comportas como los de ahora, tendrás la piel pálida, los hombros estrechos, el pecho débil, la lengua larga, el culo breve y el nabo grande, serás capaz de proponer largos decretos y tendrás a bien considerar bueno todo lo vergonzoso y vergonzoso lo bueno, y además estarás lleno de las mariconerías de Antímaco.
C o r o
(Antíst.) ¡Oh tú que practicas la gloriosa sabiduría a la que torres defienden, qué dulce es la flor de sensatez que reside en tus palabras! Sí, felices eran los que vivieron en los tiempos antiguos. Contra eso, pues, dueño de la Musa de sutil ingenio, has de decir algo novedoso, pues éste ha dejado el listón muy alto.
C o r if e o
Parece que necesitas un plan extraordinario para enfrentarte a éste, si quieres superarle y no dar ocasión de que se rían de ti.
A r g u m e n t o In j u s t o
Pues bien, hace ya tiempo que m e ahogaba y deseaba en lo más hondo de mis entrañas echar por tierra todo eso con ideas opuestas. Y es que la razón por la que los pensadores me llamaron Argumento Inferior es que yo fui el primero que pretendió oponer razones a la ley y a la justicia. Y m erece m ucho m ás de diez mil estateras lograr el triunfo cuando se han elegido las razones más débiles. Mira cóm o tiro yo por los suelos esa educación en la que confía éste, que afirma que su primera prohibición será la de que te bañes en agua caliente. (Al Argumento Justo) ¿Pues qué motivos tienes para censurar los baños calientes?
A r g u m e n t o Ju s t o
Que son una cosa malísima y hacen unos blandengues a los hombres.
A r g u m e n t o In j u s t o
¡Alto ahí! Te acabo de coger por enmedio y sin posibilidad de fuga. Dime de entre los hijos de Zeus cuál es a tu juicio el de alma m ás valerosa y el que más trabajos soportó.
A r g u m e n t o J u s t o
A ninguno considero yo superior a Heracles.
A r g u m e n t o In j u s t o
¿Y dónde has visto tú alguna vez «baños de Heracles» fríos? Y pese a eso, ¿quién más valiente que él?
A r g u m e n t o Ju s t o
Estas cosas, estas cosas son esas que los mozalbetes se pasan el día cotorreando, y las que tienen llenas las casas de baños y vacías las palestras.
A r g u m e n t o In j u s t o
Censuras tam bién que se pase el tiem po en el ágora, y yo en cambio lo alabo, pues si fuera algo indigno, jamás habría hecho Homero de Néstor un hombre de ágora, e igual de los demás sabios. Dejo eso y paso a la lengua que, según ése, no deben ejercitar los jóvenes y según yo, sí. Y afirma, además, que hay que ser templado, y ésos son dos males grandísimos (al Argumento Justo) ¿pues a quién has visto tú que le haya sucedido alguna vez algo bueno por ser templado? Ea, menciónalo; habla y refútame.
A r g u m e n t o Ju s t o
A muchos. Peleo, por ejemplo, consiguió gracias a eso un cuchillo.
A r g u m e n t o In j u s t o
Un cuchillo, ¿eh? Sí que tuvo una bonita ganancia el desdichado. Hipérbolo, el de las lámparas, se llevó infinidad de talentos gracias a su granujería, pero un cuchillo no, por Zeus.
A r g u m e n t o Ju s t o
Y Peleo se casó con Tetis como premio a su templanza.
A r g u m e n t o In j u s t o
Y bien pronto que se le largó abandonándolo, porque no era muy lanzado ni cariñoso para pasarse la noche entera entre las mantas: a las mujeres les gusta que les den marcha, pero tú no eres más que un viejo jumento. (A Fidípides) Considera, pues, muchacho, todo lo que hay en la templanza y de cuántos placeres vas a ser privado: jovencitos, mujeres, el juego del cótabo, las buenas tajadas, la bebida, la risa a carcajadas. ¿Y qué? ¿Te merece la pena vivir, privado de todo eso? De acuerdo, dejo eso y paso a las necesidades que impone la naturaleza. Supongamos que cometes un error: te enamoras, cometes adulterio y te pillan. Estás perdido, porque no dominas el arte de hablar; pero si estás conmigo, usa tu naturaleza: salta, ríe y no tengas nada por vergonzoso. Si resultas cogido en adulterio, dile al marido que tú no eres culpable de nada; luego le echas la culpa a Zeus: él también es derrotado por el amor y las mujeres. ¿Cómo tú, un simple mortal como eres, podrías ser mejor que un dios?
A r g u m e n t o Ju s t o
(A Fidípides) ¿Y qué pasa si después de oírte te mete un rábano por el culo y te depila con cenizas candentes, se te ocurrirá algo para negar que eres un daoporculo?
A r g u m e n t o I n j u s t o
¿Y qué va a pasar de malo por ser un daoporculo?
A r g u m e n t o J u s t o
Qué cosa peor que ésa podría pasarle nunca?
A r g u m e n t o I n j u s t o
¿Qué dirás si te derroto en eso?
A r g u m e n t o J u s t o
Me callaré. ¿Qué, si no?
A r g u m e n t o I n j u s t o
Bien. Ahora dime de quiénes salen los sinégoros.
A r g u m e n t o Ju s t o
De los daosporculo.
A r g u m e n t o I n j u s t o
En efecto. ¿Y los poetas trágicos?
A r g u m e n t o Ju s t o
De los daosporculo.
A r g u m e n t o I n j u s t o
Bien dices. ¿Y los dirigentes populares?
A r g u m e n t o Ju s t o
D e los daosporculo.
A r g u m e n t o In j u s t o
¿Te das cuenta entonces de que lo que dices no tiene sentido? ¿Y entre el público, como son la mayoría que ves?
A r g u m e n t o Ju s t o
Voy a mirar.
A r g u m e n t o In j u s t o
¿Y qué ves?
A r g u m e n t o Ju s t o
¡Por los dioses, los más numerosos, y con mucho, son los daosporculo! Ahí reconozco a ése y a aquel otro y a aquel melenudo de allí.
A r g u m e n t o In j u s t o
¿Qué dirás entonces?
A r g u m e n t o Ju s t o
Estamos derrotados, maricones míos. (A los socráticos) Aceptad mi manto, por los dioses, que yo me paso a vuestro bando. (Entra en la escuela)
A r g u m e n t o In j u s t o
(A Estrepsiades) ¿Y qué? ¿Quieres coger a este hijo tuyo y llevártelo, o te lo enseño a hablar?
E s t r e p s i a d e s
Enséñale, castígale y ten presente siempre que quiero que me le afines bien la voz, con una parte de su boca apta para las simples peloteras y la otra para los pleitos de la mayor cuantía.
A r g u m e n t o I n j u s t o
No te preocupes, lo recuperarás convertido en un hábil sofista.
F i d í p i d e s
Pálido desde luego, pienso yo, y desdichado.
C o r if e o
(A Fidípides y el Argumento Injusto) Marchaos ahora (A Estrepsiades) Creo que te arrepentirás de esto. (Al público) Queremos explicar a los jueces lo que ganarán, si actuando con justicia favorecen a este coro. Lo primero es que cuando queráis dar la primera arada a los campos en primavera, lloveremos para vosotros primero y para los demás después; vigilaremos además vuestras viñas y frutales, para que no sufran por exceso de sequedad o de lluvia. Pero si alguno, un simple mortal, nos ofende a nosotras que somos diosas, atienda y entérese de qué males le haremos padecer: no cosechará vino ni ningún otro producto de sus campos, porque cuando le nazcan los brotes a sus viñedos y olivos, se los cortaremos. Con tales sacudidas los golpearemos. Y si los vemos fabricando ladrillos, nos pondremos a llover y haremos añicos las tejas de sus tejados con redondeados granizos. Y si por ventura se casa él o algún pariente o amigo suyo, lloveremos toda la noche, conque quizá desearía encontrarse en Egipto antes que emitir un veredicto desfavorable.
E s t r e p s i a d e s
Quedan cinco, cuatro, tres, luego dos y después, inmediatamente después, viene ese dia que entre todos temo, odio y me produce tiritona, el de la luna vieja y la nueva. Es que todos aquellos a quienes debo dinero juran que han depositado las tasas procesales y que van a terminar conmigo y a liquidarme. Y yo lo que les pido es bien discreto y bien justo: «Hom bre de dios, no cojas ahora esto; retrásame ese plazo; perdóname aquel otro»; pero ellos dicen que de ese modo nunca echarán mano a mi dinero y me ponen de delincuente para arriba y dicen que m e van a llevar a juicio. Pues que m e lleven a juicio ahora. Me importa un comino, si m i Fidípides ha aprendido a manejar bien la lengua. Pronto lo sabré, llamando al caviladero. ¡Hijo, hijo digo, hijo!
S ó c r a t e s
Te saludo, Estrepsiades.
E s t r e p s i a d e s
Y yo a ti, pero ante todo toma esto, pues es necesario pagar sus honorarios al maestro. Y respecto a mi hijo, dime si ha aprendido el argumento de marras; sí, ese chico que hace poco hiciste entrar en tu escuela.
S ó c r a tes
Lo aprendió.
E s t r e p s i a d e s
¡Muy bien, oh tú, Engañifa, reina del mundo entero!
S ó c r a t e s
Como que saldrías absuelto en el juicio que quisieras.
E s t r e p s i a d e s
¿Y si había testigos cuando tomé el préstamo?
S ó c r a t e s
Mejor aún, como si hubiera diez mil.
E s t r e p s i a d e s
Vocearé entonces con la voz más aguda: ea, usureros, llorad vosotros y el capital y los intereses de los intereses, que ningún perjuicio podréis hacerme ya con el hijo que me han educado en esta casa: adornado con una lengua bífida, es mi baluarte, el salvador de mi casa, la perdición de mis enemigos, el que librará a su padre de su gran desgracia. Ve y llámamelo, que salga a mi vera. ¡Hijo, criatura, sal de la casa, escucha a tu padre.
S ó c r a t e s
Aquí está el pollo.
Estrepsiades
Querido, querido.
S ó c r a te s
Llévatelo contigo y márchate.
Estrepsiades
¡Ay, ay, hijo, ay; huy, huy! Mi primera alegría es ver cómo tienes la piel, y ahora, mirándote, se te ve niegalotodo, respondón y con ese «¿y tú qué dices?», propio de nuestra ciudad, floreciendo en ti con toda naturalidad. Conozco bien esa apariencia de ofendido siendo ofensor y culpable; en tu rostro está impresa la descarada mirada de los hombres del Ática. Haz ahora por salvarme, ya que tam bién m e perdiste.
Fidípides
¿Qué te da miedo?
Estrepsíades
El día de la luna vieja y la nueva.
Fidípides
¿Hay un día de la luna vieja y la nueva?
Estrepsiades
Y dicen que para ese día van a depositar las tasas procesales contramí.
Fidípides
Dinero que pierden los que hagan el depósito, pues no hay forma de que dos días resulten ser uno solo.
Estrepsiades
¿No es posible?
F id í p i d e s
¿Y cómo? Tampoco lo es que una m ism a mujer sea a la vez vieja y joven.
E s t r e p s i a d e s
Sin embargo, así es la ley.
F i d í p i d e s
Es que, en mi opinión, no entienden correctamente el sentido de esa ley.
E s t r e p s i a d e s
¿Pues qué significa?
F i d í p i d e s
El viejo Solón era amigo del pueblo por su inclinación natural.
E s t r e p s i a d e s
Pero eso no tiene nada que ver con la luna vieja y la nueva.
F i d í p i d e s
Es que aquél fijó la convocatoria del juicio en un plazo de dos días, el de la luna vieja y el de la nueva, para que el depósito se hiciera en el novilunio.
E s t r e p s i a d e s
¿Y para qué metió en el asunto a la luna vieja?
F i d í p i d e s
Para que los acusados com pareciesen un día antes, so bobo, y se libraran del juicio con un arreglo amistoso o, en caso contrario, se empezara a molestarles desde bien temprano el día de la luna nueva.
E s t r e p s i a d e s
¿Y cómo es que los magistrados no reciben el pago de las tasas en el novilunio, sino con la luna vieja y la nueva?
F i d íp id e s
Porque tengo la impresión de que les pasa lo que a los que se abalanzan los primeros sobre los platos: que con tal de echar mano cuanto antes al dinero de las tasas, anticipan su degustación en un día.
E s t r e p s i a d e s
Está bien. (Al público) ¿Y vosotros, desdichados, por qué os quedáis sentados inútilmente? Sois la ganancia de nosotros los sabios: simples piedras, número tan sólo, inútiles borregos, ánforas amontonadas. Así que no tengo más remedio que cantar un encomio 75 dirigido a mí mismo o ya este hijo mío por nuestra buena suerte: «Dichoso Estrepsiades, qué sabio naciste tú y qué buen hijo criaste». A si me dirán mis amigos y paisanos, llenos de envidia cuando triunfes en los juicios hablando. Pero quiero en primer lugar hacerte entrar en casa y darte un banquete.
Acreedor 1
(Entra acompañado de un testigo) ¿Debe un hombre permitir que se pierda una parte de sus bienes? N o, de ningún modo. Mucho mejor habría sido echarle cara al asunto en aquel momento que tener ahora problemas. Ahora, a causa de m i dinero, te traigo para que actúes como testigo, y por si fuera poco voy a enemistarme con un paisano. Sin embargo, jamás en m i vida avergonzaré a mi patria. Ea: «Cito a Estrepsiades…
E s t r e p s i a d e s
¿Quién es éste?
A c r e e d o r 1
… para la luna vieja y la nueva».
E s t r e p s i a d e s
(Al testigo) Te pongo por testigo de que ha mencionado dos días.
(Al prestamista) ¿Con qué motivo?
A c r e e d o r 1
Las doce minas que recibiste para comprar el caballo tordo.
E s t r e p s i a d e s
¿Caballo? ¿Oís? Todos sabéis que yo odio la equitación.
A c r e e d o r 1
Y, por Zeus, juraste en nombre de los dioses que me pagarías.
E s t r e p s i a d e s
Por Zeus, es que mi Fidípides no había aprendido todavía el argumento irrefutable.
A c r e e d o r 1
¿Y por eso pretendes negar ahora tu deuda?
E s t r e p s i a d e s
¿Qué otra ventaja obtendría si no de ese aprendizaje?
Acreedor 1
¿Estás dispuesto a negármelo, jurando por los dioses donde yo te diga?
E s t r e p s i a d e s
¿Por qué dioses?
A c r e e d o r 1
Por Zeus, por H erm es y por Posidón.
E s t r e p s i a d e s
Claro, por Zeus, y para que el juramento valga algo, yo añadiría por m i cuenta por el trióbolo.
A c r e e d o r 1
Merecerías la muerte por tu desvergüenza.
E s t r e p s i a d e s
(Refiriéndose al testigo) Bien limpio con sal, éste podría servir.
Acreedor 1
¡Ay, cómo te burlas de mí!
E s t r e p s i a d e s
Hará unos seis litros.
Acreedor 1
Te aseguro, por el gran Zeus y los demás dioses, que m e las pagarás.
E s t r e p s i a d e s
Me encanta lo de los dioses y en cuanto a Zeus, los que estamos en el secreto nos partimos de risa cuando se jura por él.
A c r e e d o r 1
Algún día recibirás tu merecido por esto. M as dime si m e pagarás o no y déjame ir.
E s t r e p s i a d e s
Estáte tranquilo, que enseguida te contesto con toda claridad.
(Entra en la casa)
A c r e e d o r 1
(Al testigo) ¿Qué piensas que va a hacer? ¿Crees que pagará?
E s t r e p s i a d e s
(Vuelve con un mortero con el que se dispone a liar al acreedor) ¿Dónde está el que reclamó su dinero? Dime qué es esto.
A c r e e d o r 1
¿Que qué es eso ? Pues un mortero.
E s t r e p s i a d e s
¿Y siendo como eres, reclamas dinero? Yo no pagaría ni un óbolo siquiera a nadie que llamara mortero a la moriera.
A c r e e d o r 1
¿No pagarás entonces?
E s t r e p s i a d e s
No, al menos que yo sepa. ¿Y ahora por qué no te largas pitando a toda leche de mi puerta?
A c r e e d o r 1
Me voy, pero entérate de que o me muero o haré el depósito de las tasas.
E s t r e p s i a d e s
Dinero que perderás, además de las doce m inas, y no m e gustaría que te pasara eso, con lo ingenuamente que dijiste «mortero».
A c r e e d o r 2
¡Ay, ay de mí!
E s t r e p s i a d e s
Vaya. ¿Quién es el que se lamenta? ¿No será que ha hablado alguno de los dioses de Carcino?
Ac r e e d o r 2
¿Qué pasa, queréis saber quién soy yo? Un hombre desdichado.
E s t r e p s i a d e s
Camina entonces solo.
A c r e e d o r 2
¡Oh cruel divinidad, oh azar que rompiste las ruedas de m i carro, oh Palas, cómo me has matado!
E s t r e p s i a d e s
¿Qué daño dices que te hizo Tlepolemon ?
A c r e e d o r 2
No te burles, amigo, y manda a tu hijo que m e devuelva el dinero que recibió de mí, habida cuenta, sobre todo, de lo mal que me va.
E s t r e psia d e s
¿Qué dinero es ése?
A c r e e d o r 2
El que tomó prestado.
E s tr e p s ia d e s
Sí que te van mal las cosas, m e parece a mí.
A c r e e d o r 2
Caí por tierra cuando conducía mi carro, por los dioses.
E s tr e p s ia d e s
¿Por qué entonces dices tonterías, como si te hubieras caído de un burro?
A c r e e d o r 2
¿Tonterías digo por pretender recuperar mi dinero?
E s t r e p s i a d e s
Desde luego tú no estás en tu sano juicio.
A c r e e d o r 2
¿Y eso?
E st r e psia d e s
Me da la impresión de que has recibido un golpe muy fuerte en la cabeza.
A c r e e d o r 2
Puede; pero yo te citaré a juicio , por Hermes, si no me pagas mi dinero.
E s t r e p s i a d e s
Dime qué opinas: ¿Hace llover Zeus agua nueva y distinta cada vez Helios vuelve a hacer subir desde el suelo la misma agua?
A c r e e d o r 2
Yo no sé qué agua es ni me importa.
E s t r e p s i a d e s
¿Cómo te crees merecedor de recibir tu dinero, si no sabes nada de los fenómenos meteorológicos?
A c r e e d o r 2
Si estás en apuros, pagadme al menos los intereses.
E s t r e p s i a d e s
¿Intereses? ¿Qué bicho es ése?
A c r e e d o r 2
¿Qué otro va a ser sino el dinero que día a día y mes a mes aumenta más y más con el correr del tiempo?
E s t r e p s i a d e s
Bien dicho. ¿Y entonces? ¿Tú crees que el mar es ahora más grande que antes?
A c r e e d o r 2
No, por Zeus, sino igual. No le está permitido aumentar.
E s t r e p s i a d e s
¿Y entonces, desgraciado, cómo es que el mar no aumenta con el correr de los ríos y tú intentas hacer aumentar tu dinero? Vamos, ponte a salvo fuera de m i puerta. Traedme el aguijón.
A c r e e d o r 2
Tomo testigos de ello.
E s tr e p s ia d e s
¡Largo! ¿Qué esperas? ¿No corres, Sánfora?
A c r e e d o r 2
¿No es esto insolencia manifiesta?
E st r e psia d e s
Venga, de un brinco; m e lanzaré con el aguijón sobre tu culo, caballo de tiro. ¿Te marchas? Ya iba yo a ponerte en movimiento con tus propias ruedas y tu yunta de caballos. (Entra en su casa)
C o r o
(Estr.) ¡Cómo es eso de que a uno le gusten los malos asuntos! Este viejo está en pleno celo y quiere birlarle a sus dueños el dinero que tomó prestado. Pero hoy no se librará de algún asuntillo, que hará que este gran sofista se lleve pronto un disgusto por el mal que él ha iniciado.
(Antíst.)
Creo que pronto va a conseguir lo que busca hace tiempo: su hijo será un portento para expresar ideas contrarias a la justicia, y podrá vencer a todos con cuantos dispute, aunque diga canalladas. Quizá, quizá un día deseará que el niño hubiera sido, mudo.
E s t r e p s i a d e s
¡Ay, ay. Vecinos, parientes y paisanos, m e sacuden; defendedme como sea! ¡Ay mi cabeza y mandíbula, pobre de mí! ¿Pegas a tu padre?
F id í p i d e s
Eso es padre.
E s t r e p s i a d e s
¿Veis cómo me pega?
F id í p i d e s
Plenamente.
E s t r e p s i a d e s
Canalla, parricida, perforamuros.
F id í p i d e s
Dime otra vez eso mismo y más. ¿No sabes que me gusta oír cuantos más insultos mejor?
E s t r e p s i a d e s
¡Daoporculo del demonio! Cúbrem e de rosas. ¿Pegas a tu padre?
F id í p i d e s
Y demostraré, por Zeus, que al hacerlo no obro injustamente.
E s t r e p s i a d e s
¡Requetecanalla! ¿Cómo podría ser justo pegar a un padre?
F id íp id e s
Yo te lo diré, y haré que m i criterio venza por medio de mis palabras.
E s t r e p s i a d e s
¿Que tú vas a vencer en eso?
F id í p i d e s
Y muy fácilmente. Elige cuál de los dos argumentos quieres defender.
E s t r e p s i a d e s
¿Qué dos argumentos?
F id í p i d e s
¿El Superior o el Inferior?
E s t r e p s i a d e s
Por Zeus, infeliz; o sea que te he hecho aprender a refutar la justicia, si tú te dispones ahora a convencerme de que es justo y apropiado que los hijos peguen a los padres.
F id í p i d e s
Sí, pero creo que te convenceré hasta tal punto que nada podrás replicar después de oírme.
E s t r e p s i a d e s
Pues bien, dispuesto estoy a oír lo que vas a decir.
C o r o
(Estr.) Cosa tuya es, viejo, cavilar cómo vencerás al mozo. Que ése, si no confiara en algo, no sería tan indómito. Algo le da seguridad. La resolución de ese hombre es manifiesta.
C o r if e o
Y ahora es necesario que le digas al coro de dónde surgió el principio de vuestra contienda; has de hacerlo necesariamente.
E s t r e p s i a d e s
Pues bien, yo te contaré cómo comenzamos nuestra riña. El caso es que estábamos de banquete, com o sabéis, y éste cogió la lira y yo le pedí primero que cantara aquella melodía de Simónides sobre cómo esquilaron a Crío y al punto éste se puso a decir que tocar la cítara y cantar mientras se bebe está anticuado, como las mujeres que muelen cebada tostada.
F id í p i d e s
¿No era menester que en ese mismo momento te golpeará y te pateará por pedirme que m e pusiera a cantar? ¡Ni que estuvieras dando el banquete a una cigarra!
E s t r e p s i a d e s
Eso mismo dijo entonces dentro, igualito que ahora; y dijo que m e recitara algo de Esquilo, y él saltó: «Yo tengo a Esquilo por el primero entre los poetas en cuanto a exceso de ruido, incoherencia, grandilocuencia y poesía altisonante». Entonces, como podéis imaginaros, mi corazón se turbó, pero tragándome la cólera dije: «Recita tú entonces algo de esos poetas modernos, alguno de esos pasajes tan sabios». Y al instante soltó una tirada de Eurípides, en la que un hermano, ¡oh dios protector del mal! le daba un achuchón a su hermana de madre. Y yo ya no m e contuve, sino que en ese preciso m om ento le lancé un torrente de las maldiciones peores y más bochornosas, y a partir de ahí, como es natural, una palabra respondía a otra palabra y, por fin, éste saltó sobre mí y me atizó, m e m achacó, m e ahogó y me espachurró.
F i d í p i d e s
Con toda razón: tú no otorgabas a Eurípides el título de poeta más sabio.
E s t r e p s i a d e s
¿El más sabio ése? ¡Oh… !, no sé cómo llamarte. ¿Es que vas a pegarme otra vez?
F id íp id e s
Sí, por Zeus, como es justo.
E s t r e p s i a d e s
¿Y cómo va a ser justo, sinvergüenza? Yo soy quien te ha criado, el que comprendía todo lo que pensabas cuando apenas balbuceabas. Tú decías «bu» y yo entendía y te traía de beber, tú pedías «mama» y yo venía trayéndote pan, y antes de que hubieras dicho «caca» ya te había cogido yo y te había sacado a la puerta y puesto delante de mí; y en cambio tú, cuando hace un m om ento me ahogabas y yo chillaba y gritaba que m e estaba cagando, no valiste para sacarme fuera, maldito, a la puerta, y en pleno ahogo allí mismo me cagué.
C o r o
(Antíst.) Creo que el corazón de los jóvenes va a saltar: ¿Qué va a decir? Pues si tras hacer esas fechorías lo va a convencer a fuerza de labia, por la piel de los viejos no daría yo ni lo que vale un garbanzo.
C o r if e o
Cosa tuya es, movilizador y elevador de palabras nuevas, encontrar alguna persuasiva que te haga dar la impresión de decir cosas justas.
F id í p i d e s
Qué grato es meterse en asuntos nuevos y fuera de lo común y poder despreciar las leyes establecidas. Cuando yo tenía mi pensamiento puesto sólo en la hípica, no era capaz de decir tres palabras seguidas sin equivocarme, pero ahora que gracias a ese gran hombre eso se terminó para mí y me muevo entre razonamientos, cuitas e ideas de lo más sutil, creo que podré enseñaros que es justo castigar a un padre.
E s t r e p s i a d e s
Vuelve con los caballos entonces, por Zeus, porque me conviene más pagar la comida de un tronco de cuatro caballos que ser molido a palos.
F i d í p i d e s
Continúo hablando donde me interrumpiste y te hago una primera pregunta ¿Tú me pegabas de niño?
E s t r e p s i a d e s
Sí, por cariño y preocupación por ti.
F id í p i d e s
Y dime, ¿no es justo que yo sienta el mismo amor por ti y te sacuda, ya que golpear es sentir cariño? ¿Cómo es que tu cuerpo ha de estar libre de golpes y el mío no? Yo también nací libre. Los niños lloran, ¿es que tú crees que el padre no tiene que llorar? Quizá aduzcas que está establecido que eso sea cosa del hijo, pero yo podría responder con eso de «los viejos son dos veces niños», y es razonable que los viejos lloren más que los niños, en tanto en cuanto sus equivocaciones son menos disculpables.
E s t r e p s i a d e s
Pero en ninguna ciudad dice la ley que el padre tenga que pasar por eso. ¿No fue un hombre como tú y como yo el que estableció en tiempos esa ley, convenciendo a los de entonces con palabras? ¿Por qué me va a estar a mí menos permitido imponer una ley nueva, según la cual en lo sucesivo los hijos puedan, a su vez, pegar a los padres? En cuanto a los golpes que recibimos antes que se estableciera esa ley, olvidémoslos, los consideramos asunto zanjado; pero observa a los gallos y a otros animales por el estilo: se defienden de sus padres. Y en realidad, ¿en qué nos diferenciamos de ellos salvo que ellos no hacen grabar sus decretos?
E s t r e p s i a d e s
Ya que imitas en todo a los gallos ¿por qué no picoteas en la mierda para comer y duermes subido a un palo?
F i d í p i d e s
No es lo mismo, querido, y además no le parecería bien a Sócrates.
E s t r e p s i a d e s
Entonces no me pegues. Si no, algún día te echarás la culpa.
F i d íp id e s
¿Y eso?
E s t r e p s i a d e s
Porque yo he obrado bien al castigarte a ti, y tú lo harás con tu hijo, si lo tienes.
F i d í p i d e s
Pero si no lo tengo, mis llantos habrán sido en vano, y tú te morirás riéndote de mí.
E s t r e p s i a d e s
A mi juicio, hombres de mi edad, lo que dice es justo, y me parece bien otorgar a estos jóvenes lo que es razonable. Y razonable es que nosotros lloremos si hacemos alguna picia.
F i d í p i d e s
Considera aún esta otra idea.
E s t r e p s i a d e s
(Para sí) De ésta acaba conmigo.
F i d í p i d e s
Puede que no te moleste mucho pasar por lo que has pasado.
E s t r e p s i a d e s
¿Y cómo? Hazme saber qué provecho me harás sacar de los golpes.
F id í p i d e s
Me propongo pegar a mi madre, como a ti.
E s t r e p s i a d e s
¿Qué dices tú, qué dices? Eso es todavía peor.
F i d í p i d e s
¿Y qué pasa si yo sostengo el Argumento Débil y discutiendo contigo hago vencer mi opinión de que se debe pegar a una madre?
E s t r e p s i a d e s
Nada, sino que, si lo haces, no hay ningún obstáculo para que te tires por un barranco tú, y contigo Sócrates y el Argumento Inferior. Esto me pasa, Nubes, por vuestra culpa, por haberos confiado todos mis asuntos.
C o r if e o
Tú eres el único responsable ante ti de ello, por interesarte en acciones canallescas.
E s t r e p s i a d e s
¿Y por qué no me lo advertisteis en su momento, sino que disteis alas a un hombre como yo, viejo y cazurro?
C o r if e o
Es lo que hacemos siempre que reconocemos a alguien ansioso por cometer acciones reprobables, hasta que lo sumimos en la desgracia para que aprenda a sentir temor de los dioses.
E s t r e p s i a d e s
Ay de mí, Nubes, penoso es, aunque justo. No tenía que haberme quedado con el dinero que pedí prestado. (Llama a su hijo) Y ahora, hijo mío, acompáñame a terminar con el maldito Querefonte y con Sócrates, que nos han engañado a ti y a mí.
F i d í p i d e s
No estoy dispuesto a hacer mal a mis maestros.
E s t r e p s i a d e s
Sí, sí, respeta a Zeus Paternal.
F id í p i d e s
Ya ves, Zeus Paternal, qué antiguo eres. ¿Hay acaso un Zeus?
E s t r e p s i a d e s
Lo hay.
F i d í p i d e s
No lo hay, no, pues reina Remolino después de haber destronado a Zeus.
E s t r e p s i a d e s
No lo ha destronado, fui yo quien lo creí por culpa de esta copa. (A la copa) ¡Ay pobre de mí, que te tomé por dios a ti que no eres más que un cuenco!
F i d í p i d e s
Quédate aquí, diciéndote a ti mismo tonterías y necedades (Se va)
E s t r e p s i a d e s
¡Ay de mí por mi extravío! Qué loco estaba cuando eché fuera a los dioses por culpa de Sócrates. (A una estatua de Hermes que hay junto a la puerta de la casa) Mas no te enfades conmigo, Hermes querido, ni me hagas trizas, y perdóname, que enloquecí porque me embaucaron y aconséjame si les pongo un juicio o lo que te parezca (…) Llevas razón al aconsejarme que no me enrede en pleitos, sino que prenda fuego lo antes posible a la casa de los embaucadores. (Llama a un criado) Aquí, Jantias, ven aquí. Sal de casa con una escalera y un pico y luego súbete al caviladero y echa abajo el techo, si quieres a tu amo, hasta que les tires encima la casa entera; y a mí, que me traiga alguien una tea prendida y yo haré que ellos me las paguen hoy por muy bravucones que sean. (Suben los dos por la escalera y comienzan su labor destructora. Asustados, acuden los discípulos de Sócrates)
D i s c íp u l o 1
¡Huy, huy!
E s t r e p s i a d e s
Es cosa tuya, antorcha, levantar grandes llamas.
D is c íp u l o 2
¿Pero hombre, qué haces?
E st r e psia d e s
¿Que qué hago? ¿Qué otra cosa sino entablar un diálogo lleno de sutilezas con las vigas de la casa?
D is c íp u lo 2
¡Ay de mí! ¿Quién prende fuego a nuestra casa?
E st r e psia d e s
Ese al que le birlaste el manto.
D is c íp u lo 2
Nos vas a matar, nos vas a matar.
E st r e psia d e s
Eso es lo que pretendo, a no ser que el pico frustre mis esperanzas o me caiga yo y me parta el cuello.
Só c ra tes
(Asomándose a una ventana) ¡Eh tú, el del techo! ¿qué haces realmente?
E s tr e p s ia d e s
«Camino por el aire y cavilo respecto al sol».
Só c ra tes
¡Oh infortunado, moriré asfixiado por el humo!
D is c íp u l o 2
Y yo, malhadado, me achicharraré.
E s t r e p s i a d e s
¿Pues con qué fundamento ofendéis así a los dioses y miráis el culo de la Luna? (A Jantias) Persíguelos, tírales piedras, pégales por muchas razones pero sobre todo sabiendo que injuriaban a los dioses.
C o r if e o
Guiadnos fuera, que nuestro coro ya ha actuado bastante por hoy.
Fin