Ofrecemos una serie de lecturas con sus actividades que fueron dictadas en algunas escuelas de la Zona Sur de CABA.
Su nombre en Quenya, significa “Sublime” o “Ensalzada”, que proviene de la palabra en Quenya primitivo, Barádâ “señora” o “fina y noble”. De esta raíz primitiva también surgen otros nombres para ella: En el dialecto Telerin del Quenya se la conoce como Baradis, y en el dialecto Noldorin del Quenya se la llama Berethil. En Sindarin, su nombre es Elbereth, “Reina de las Estrellas”, cuya traducción en Quenya es Elentári. Los Elfos se refieren a ella muchas veces con epítetos como Tintallë, “Iluminadora” en Quenya, Gilthoniel, “Iluminadora de Estrellas” en Sindarin, o Fanuilos, “La siempre blanca” también en Sindarin. Ella es una de los Aratar y la más grande de las Valier, esposa de Manwë; vivía con él en el Taniquetil. Su poder reside en la luz, en contraposición de Melkor, que representa la oscuridad.
Varda hizo las estrellas y con ellas, los Elfos despertaron en el Cuiviénen. Ella también llenó con su luz las dos lámparas en el principio del mundo para iluminarlo. De todos los Grandes que moran en este mundo a Varda, es quien más reverencian y aman todos los elfos. Estos invocan su nombre desde las sombras de la Tierra Media y la ensalzan en cantos cuando las estrellas aparecen. De todos los Grandes que moran en este mundo a Varda es a quien más reverencian y aman los Elfos, porque fueron sus estrellas las que los llamaron al mundo y parte de su primera luz ha quedado en los ojos de los elfos para siempre. Por este hecho los elfos le cantan en poemas y canciones como la canción “A Elbereth Gilthoniel”.
Manwë y Varda son esposos y viven en los palacios que se alzan sobre las nieves eternas, y viven en Oiolossë, la más alta torre de Taniquetil, la más elevada de todas las montañas de la Tierra. Cuando Manwë asciende allí, su trono y mira enfrente, si Varda está a su lado ve más lejos que otra mirada alguna, a través de la niebla y a través de la oscuridad y sobre las leguas del mar. Y si Manwë está junto a ella, Varda oye más claramente que todos los otros oídos el sonido de las voces que claman de este a oeste, desde las colinas y los valles y desde los sitios oscuros que Melkor ha hecho en la Tierra. Manwë y Varda rara vez se separan y permanecen en Valinor.
Demasiado grande es la belleza de Varda para que se la declare en palabras de los Hombres o de los Elfos; pues la luz de Ilúvatar vive aún en su rostro. En la luz están el poder y la alegría de Varda. Desde las profundidades de Eä, acudió en ayuda de Manwë; porque a Melkor lo conoció antes de la ejecución de la Gran Música, y lo rechazó, y él la odió y la temió más que a todos los otros hechos por Eru.
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